martes, 9 de mayo de 2017

cuadro en la pared


Un cuadro en la pared

Estoy en casa de mi mejor amiga, en el amplio salón varios cuadros cuelgan de la pared
Mis ojos se dirigen hacia uno en concreto, es uno que representa unas casas solariegas bajo un cielo azulado, dos de las casas son paralelas, se ve la entrada de piedra a una de ellas, la otra esta semi oculta en perpendicular a estas, hay una casa de piedra berroqueña, azul y un balcón de hierro pintado de azul que está cerrado
Mi mente se queda atrapada en él, y en lo que sucede tras sus rejas, porque este cuadro tiene vida, y, alguien o algo me traslada al mismo
Es el año de 1890, los señores Ciriaco Torres, presentan en sociedad a su hija Antonia, la joven de 15 años, va vestida con un hermoso traje de raso azul, mostrando sus brazos desnudos, a partir del codo, toca una melodía al piano, mientras sus negros tirabuzones ondean como mecidos por el viento
Aplauden los padres, e invitados, emocionados los primeros, mas por compromiso los segundos
A la entrada al salón, que ilumina el fuego de una chimenea, y, las velas de las lámparas, los criados van y vienen con bandejas repletas de bebidas y todo tipo de viandas
Un joven vestido como un campesino, trata de entrar, se lo impiden a la fuerza, pero el grita, ¡Amo a Antonia, Amo a Antonia!
Antonia, gira la cabeza, y sigue tocando sabe, que no debe moverse sin el permiso de sus padres
Pero el campesino sigue llamándola
“te amo, te amo”
Ella sigue sorda
El padre de Antonia, avanza hacia el campesino
Se encara con él
Qué hace aquí Raúl, este no es lugar para usted, no se da cuenta de que esta molestando; váyase y déjenos oír el concierto de la señorita, por cierto esta despedido, y, sus padres también, recojan sus cosas y salgan de mi casa y de mis tierras, disponen de 1 día para hacer lo que le diga, y, ahora fuera, dijo esto tomando a Raúl por un brazo, y sacándolo del salón, pero Raúl se volvió para decir
Señor, dice balbuceando, somos pobres, no tendremos a donde ir, deje que al menos se queden mis padres, ellos no le han hecho ningún daño, yo tampoco, pero ellos menos, yo sólo me enamore de Antonia
De la señorita Antonia, querrá decir
Si, de la señorita Antonia
Y, le parece poca ofensa, están despedidos, fuera
Antonia, por favor di algo, repite casi en un murmullo”, pero la joven no lo escucha, se ríe hablando con un joven invitado
Entonces Raúl lanza una maldición, “Que nunca dejes de tocar, que siempre estés donde estas, sin poder salir”
Y, desde entonces dentro del cuadro es siempre 1890
Antonia sigue tocando, a veces toca con tanta rabia, que los sonidos se oyen fuera del cuadro, aunque se confunden con los del exterior
Saben, donde están, intentaron salir muchas veces, se nota, porque el cuadro se mueve, cada vez que intentan abrir un balcón que estaba cerrado
Lo  que no saben es que el pintor que plasmaba la casa en el cuadro, los atrapo dentro, con la maldición de Raúl
Mi amiga, me dice: “¿No oyes golpes?
Si, debe ser arriba
No, es aquí, no lo entiendo la obra del piso de al lado, acabo hace tiempo

Yo, callo, sé que la música que se oye, y los golpes vienen del interior del cuadro, de una joven atrapada con su familia en 1890; pero si lo digo mi amiga me tomará por loca, por eso callo, pero de verdad vienen del cuadro, del cuadro de la pared

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