La celadora
El pueblo era pequeño. Hacía pocos años que tenían hospital.
Un hospital público, con todos los adelantos médicos. Con profesionales de primera
Allí trabajaba una mujer a la que todos los del pueblo querían y respetan incluso los que no habían estado como pacientes en el centro sanitario.
No eran pocos los ex pacientes que afirmaban deberle la vida
La conocían por la señorita Luisa
Y, no era una doctora. Era una celadora, una mujer fuerte y suave a la vez.
Mientras empujaba las camillas aprovechaba para contar un chiste un suceso gracioso
Cuando la situación era dramática. Se inventaba noticias positivas
En la sección infantil la requerían, para que los niños se comieran la comida
Cuando entraba a hacer la limpieza en una habitación lo hacía sonriendo. Hablaba del buen tiempo. De que se dejasen cuidar. Y, cuando el enfermo le decía que tenía para mucho tiempo allí. La señorita Luisa, le hablaba de que el tiempo iba empeorar. Que suerte tenía cuando saliera del hospital ya sería el buen tiempo.
Los domingos se ofrecía para acompañar a los que quisieran a los servicios religiosos de su Iglesia.
Un día y no fue el único los parientes de un enfermo grave avisaron de que el enfermo no quería ver a un cura. Luisa preguntó al propio enfermo que si quería y, ayudó a uno de los curas del hospital para entrar disfrazado.
En algunas ocasiones jugándose el puesto para siempre. Aprovechó sus conocimientos informáticos para alterar resultados de pruebas a embarazadas en las que el diagnóstico sobre la criatura había sido negativo. Ella sabía que les aconsejarían abortar; y las pobres madres, se verían obligadas
Cuando la criatura que ella había salvado nacía sana. Se alegraba, cuando nacía mal, se alegraba al ver como nunca era rechazada.
Nadie sabía donde vivía, si claro que constaba un domicilio, pero solo una familia de inmigrantes pobres sin hogar. Y unos sin hogar de la calle que fueron atendidos en el centro sanitario. Y a los que no dudo en llevar a su casa hasta que tuvieron hogar propio. Nadie sabía como vivía
Muchos decían, parece un ángel.
Se equivocaban, no lo parecía. Lo era
Era el mismo Ángel que el Primer Jueves Santo había consolado a Jesús. Ahora lo hacía con sus hermanos menores.
¿Pero no hubo nunca una celadora llamada Luisa. Si, claro que sí. Pero era déspota, cruel. Por eso Dios hizo que le saliese una oportunidad en el Polo Norte. Y el Ángel del Jueves Santo. Tomó su apariencia.
Es lo que me han contado.
Fin
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