martes, 28 de marzo de 2017

La careta, o máscara del carnaval



La Careta

Nunca me habían gustado los carnavales, pero Laura insistió tanto, que no me quedo otra opción, acompañarla a ver disfraces
Estábamos frente al escaparate de una tienda,  y mis ojos, casi sin poder yo evitarlo, se posaron encima de una careta, de una máscara, al verla, me quede pálida, como si no fuese un objeto inanimado; si no algo vivo que me amenazase, y me hablase, diciéndome que “vendría a por mí”, por eso me puse pálida, porque era una careta de la muerte
Mi amiga, me pregunto, que me pasaba, le dije que nada, que necesitaba ir a la iglesia a rezar unos minutos, mi amiga aunque es cristiana se negó, no era según ella momento de rezos
Así pues para no discutir terminamos en la terraza de un café; y al poco tiempo casi había olvidado mi susto achacándolo a mi loca imaginación
De noche tuve alguna pesadilla, me despertó el telefonillo, mire por el visor  vi; “la careta” o sea la muerte, con miedo pregunte: ¿Quién es?
“yo, vengo por ti” Dijo una voz lúgubre; mi corazón palpito con fuerza
De nuevo la máscara, con una voz normal, “Soy yo que he comprado churros, ábreme”
Era mi amiga, no le dije nada, pero no me hizo gracia su broma
Fuera de eso, el día fue normal
Ahora son las tres de la madrugada, estoy durmiendo, y me despierta el telefonillo, lo dejo sonar, pero me cansa su insistencia, miro de nuevo, “mi amiga con su careta, con su máscara, le abro, y le digo que suba, no quiero que asuste a los vecinos
Sube demasiado rápido, vivo en un quinto y no hay ascensor
Ya dentro de mi casa, me dirijo a ella, para recriminarla, por su comportamiento
“Me responde con “voz lúgubre”; “vengo a por ti”
Es entonces cuando me doy cuenta, de que no es Laura, es un esqueleto, es la muerte, miro para el crucifijo, pidiendo ayuda a quien venció a la muerte, y empiezo a correr
Abro los ojos, estoy en la cama de un hospital llena de tubos, a mi lado esta Laura
Le pregunto en qué día del carnaval estamos
Me responde riendo, que estamos en Pascua; agarro su mano, y le digo llorando
“Me escape de la muerte”
Tanto, que te escapaste hubo un incendio en tu casa, que apenas causo daños, tu subiste a la azotea, para escapar del humo, resbalaste, y caíste al vació, menos mal que pasaba un camión de lonas, y caíste en él, si no, no lo cuentas
No, te equivocas, la muerte vino a mi casa, a buscarme, le abrí la puerta, porque pensé que eras tú con la careta; como el día anterior en que viniste disfrazada con la careta, y los churros
No, estas equivocada, yo no fui a tu casa con ninguna careta
Sí haz memoria, la careta que vimos en aquel escaparate,  que representaba a la muerte
Ana, yo estaba de viaje con mi esposo en Brasil, cuando llegue me enteré de tu accidente, lo que me cuentas sin duda lo has soñado
Quedo sola, todos los que vienen a verme dicen lo mismo, que caí de la azotea, al intentar escapar del humo, yo sé que no es verdad, que Laura estuvo en mi casa, la víspera, pero no entiendo porque miente
Para distraerme, tomo un periódico de mi compañera de cuarto, me dice, que es viejo, de hace meses, no me importa
Lo abro y el titular me deja sin palabras, el Diario es de hace 2 meses, leo,
“La conocida empresaria Laura Cifuentes, y su esposo el famoso arquitecto Ricardo Sánchez, mueren en un terrible accidente de aviación en Brasil….”
El día del accidente es él que yo viví, lo de la careta, los churros, además Laura vino a verme hoy, el diario se equivocó, seguramente  ya rectificaron. Devuelvo el periódico a mi compañera,  y le pregunto, si se acuerda de la señora que vino a verme por la mañana
Por la mañana, no la visito nadie, sólo la enfermera, la llamé yo misma, porque me asuste, usted se sentó en la cama, y, parecía hablar, aunque no pronunciaba palabra alguna,  luego sus manos parecían agarrar algo, tuve miedo, pero la enfermera dijo, que seguramente serían  resabios de una pesadilla
No vino nadie a verme, no vino Laura Cifuentes
Doña Laura Cifuentes, lleva muerta dos meses
No me quedo convencida, sé de qué,  Churrería eran los churros, de la única que abre hasta la madrugada, mando a un muchacho a preguntar si recuerdan  haber vendido 2 docenas de churros el lunes de carnaval a las 12 de la noche
El niño viene enseguida, la churrería está cerrada
Vuelvo a pedirle el Diario a mi compañera,  y, leo de nuevo, no sólo falleció Laura y su esposo, sino también los dueños de la churrería, “El Montano”
Ya no tengo dudas
La muerte me rondo, pero esta vez le escape
Pero sé que un día ganará ella, o eso pensará
Porque entonces la venceré para siempre
Porque mi pacto es con La Vida
Fin


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