viernes, 28 de diciembre de 2012

Sombrío, el faisan feo

“Sombrío”, no era un faisán como los demás, era un faisán feo, si feo,  al menos es lo que pensaba él, y. lo que le gritaban sus hermanos, y, sus primos, era feo, porque sus plumas carecían de la lustrosidad y brillo,de, las de los,  demás faisanes. Que cuando les daba el sol, parecían espejos, y, cuyos colores hacían, que reyes, y, príncipes las pusieran como adornos en sus trajes y sombreros.

No, a “Sombrío” nadie, lo iba a poner como adorno, era un faisán gris, si un faisán gris, y, por si fuera poco, tenía un alita, medio doblada, y, una patita más corta que la otra; no es que no pudiese volar, claro que podía volar, era en tierra donde, se veían todos sus defectos.

Cierto día, al volver de la escuela, porque los faisanes van a la escuela, estaba hablando con su abuela, la señora faisán, y. le estaba dando sus quejas, decía; “Sombrío”, que Dios a él no lo quería, puesto que no lo había hecho, bello como a sus parientes; la abuela, le dio un aletazo cariñoso, para reprenderlo, y, le recordó que el Creador ama a todas sus criaturas, que si no lo amase, no habría faisán, y, que por supuesto, si lo había hecho así, Él sabría porque, y, que siempre habría sido por Amor, pero que un faisán, no entiende de los designios de Dios, pues aún no los entienden, los humanos, con ser su imagen, y, sus hijos, según dicen algunos. Concluyo la abuela –faisán.


Pero nuestro amiguito, no estaba de acuerdo para nada, él quería tener las plumas de colores, como los demás y, no tener una alita, y, una patita, deformes, no tenía más remedio que aguantarse, pero que no le viniera la abuela, diciendo que aquello era un acto de amor.

Paso el tiempo, y. el rey de aquel país donde vivía nuestro “Sombrío” organizo una partida de caza, el jefe de la montería, dirigiéndose al rey, le dijo.

 ¿Sabe, vuestra Majestad, si es de su agrado, podemos cazar un faisán? Los cocineros, lo prepararían para la cena, y, con sus plumas. Podría adornarse el tocado de vuestra augusta esposa la reina, y, de vuestras hijas las infantas

Me, parece bien, respondió el Rey.

Y, de pronto, el servidor del rey, diviso a “Sombrío”, pero cuando, lo vio un poco más cerca, dijo al rey.

Majestad, no vale, para adornarnos con sus plumas, jamás vi., bicho más feo. Pero hará una buena cena

Y, entonces “Sombrío” se levanto, y, el rey vio que llevaba un ala doblada, y que cojeaba.

Quieto, ordeno el monarca, ese animal es deforme, quien sabe que extraña enfermedad encierra dentro de si, a lo mejor, ha comido algún veneno. Volvamos a Palacio, hoy no hubo suerte en la caza.

Fue entonces, cuando “Sombrío” comprendió, el favor tan grande que le había hecho Dios, al crearlo de aquel modo. Y, desde entonces todos los días. Daba gracias a Dios, por ser un faisán feo.

Fin

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