domingo, 30 de diciembre de 2012

El Levita


Ruben, llevaba tiempo preguntándose si su vida tendría algún sentido; se hacía las preguntas en silencio; para no ser apedreado, no tenía ganas de levantarse, e, ir al Templo, como era su deber ya que era levita, aunque no sacerdote .

Desde hacía  tiempo; no se sentía a gusto, en el lugar sagrado, le hubiera gustado ser otra cosa; antes que Levita, dudaba, de la existencia de aquel, dios tan implacable, según unos, y, tan bondadoso, según otros

Y, entre “ lo que hablaban del dios bondadoso”, estaba ….. “

Claro qué, qué iba saber , de dios, de cómo era, si es que, existía, un carpintero, de Nazaret, que no tenía estudios, y, que además, hablaba de una recompensa, tras la muerte”; no aquel hombre, no sabía nada

Él, sí lo sabía, y, muy bien ,puesto que, como todos los sacerdotes, y, levitas en alquel entonces era, saduceo;

"No, había ángeles, ni resurrección, ni vida tras la muerte, en esto él hombre era como las bestias, el hálito de ambos acababa en la tierra; Dios premiaba y. castigaba aquí
Y, esto, la idea del final en la tumba, fue lo que estaba empezando a darle miedo, a confundir; a Ruben; ya no era un niño, y, estaba harto de ver como buenas personas, por culpa de gente sin conciencia acababan su vida, incluso vendidos como esclavos, ó, como a otros un desgraciado accidente dejaba postrados en el lecho para el resto de sus días; cierto es que, debía pensar que, eso era porque algún pecado habrían cometido, pecado que sólo Yahvé conocía,


 Pero Rubén sabía, que, no siempre era así, y, recordó sin más a su querida hija; su niña adorada, una muchacha pura, y. buena, a la que dio en matrimonio, a un joven respetable, sacerdote del Señor, buen Saduceo, los dos eran buenos, buenos esposos, y buenos hijos, y, cuando parecía que todo sonreía, que, el Eterno los había bendecido; porque en el vientre de su querida hija, germinaba una nueva vida; unos ladrones asaltaron su casa, en un momento en que, los jóvenes esposos aún estaban durmiendo, el esposo murió sin darse cuenta; la infortunada joven, no tuvo tanta suerte como su marido, perdió el hijo que llevaba en su seno, y, que Rubén enterró en el huerto de su casa; y. ella quedo postrada, para siempre en su lecho, con sus ojos perdidos, mirando sin mirar.

Rubén, cada día; la besaba, y, ayudaba a darle de comer; luego mientras la aseaban sus criadas lloraba en silencio

Qué pecado, habían cometido aquellas dos criaturas; ninguno, si es que, para ese dios, era un pecado el amarse, si hubiéra; otra vida.
Confiaría en que, allí se les hiciese justicia; que su yerno reposase en Abraham como decían los fariseos, que hasta su nieto, que no llego a serlo, jugase en las rodillas del Patriarca que, un día, su hija, al resucitar recobrase su cuerpo sano

Mas para que, soñar, todo acaba aquí, el premio, y. el castigo se recibe aquí, sin embargo, los ladrones, que mataron a su yerno, e hirieron a su hija de muerte, no fueron aplastados por un rayo; más bien parecía ,que Dios estaba del lado de los fuertes

De pronto tuvo una idea, ir  a ver, a ese tal Jesús; pero la rechazo, era una tontería, no era más que, un loco, y,él no estaba para perder el tiempo.

Al cabo de unos días;  lo vinieron a buscar sus compañeros, para ir ver una ejecución de 3 malhechores, uno de ellos un blasfemo “ Jesús de Nazaret”; al verlo en el patíbulo de la cruz, Rubén se alegro, de no haber ido a verlo, ahí estaba la prueba, de que lo que decía era mentira, Dios lo había abandonado, y, moría abandonado por Dios, maldito; aunque la verdad, para ser sinceros es que, no había sido Dios quien lo había puesto allí, sino un grupo de envidiosos, traidores, canallas, nunca le gusto a Rubén, el que la gente haga las cosas; y, le eche la culpa a Dios; por eso reprendió también, a los que insultaban a Jesús, aunque nunca había creído en él; le parecía una crueldad excesiva él que, lo insultasen, animándolo a bajarse de la cruz, bastante tenía el pobre, con lo que tenía.

Días más tarde,circulo: por el pueblo la noticia de que el cuerpo de Jesús había sido robado, noticia que no creyo; claro que, tampoco le convencía, porque desmontaba todas sus creencias; y,  le obligaba a un nuevo replanteamiento; lo que decían" los suyos, sobre todo las mujeres

“ que había resucitado”

Estaba seguro de que, Roma tendría algo que ver; hasta que se encontró con un chaval; lo conocía, porque le había llevado algunas veces el pescado, que, vendía su padre, era uno de los hijos de Simón, uno de los discípulos de Jesús; el muchacho iba corriendo con un bulto, Rubén lo detuvo, y, le pregunto que llevaba; el muchacho le mostró la sábana sudario, en que habían envuelto el cadáver de Jesús, la sabana estaba sucia manchada de sangre, de saliva, pero parecía como si tuviese el reflejo de un cuerpo en una forma extraña; a Rubén, le extraño, que aquellos, que robasen el cuerpo, fuesen quienes; fuesen se llevasen el cuerpo desnudo, ó,  incluso que, no rompiesen el lienzo en caso de no querer llevarlo, algo raro había pasado.

 ¿ y sí?.

Claro que, entonces porque, Dios no intervino, y, si Dios, no fuese como él pensaba, si no un Dios que, comparte el dolor, que, esta con los que sufren, con los esclavos.....

Rogó al muchacho, le dejase el lienzo, unos minutos, después él mismo lo acompañaría junto a Simón, el chico en un principio, no quería, pero a cambio de unas galletas de miel, acabo cediendo.

Entró; en la casa, extendió la sábana en un lecho, y. rogó a 2 de sus esclavos, que. le ayudasen a mover el cuerpo de su hija, y, tenderlo en la sábana;  los esclavos no entendían, pensaron que se había vuelto loco, pero eran esclavos, y, nada podían hacer; la hija de Rubén, quedo envuelta en el lienzo, pasaron minutos, y,. todo seguía igual, hasta que, escucho como lo llamaba, acudió corriendo su hija, le pedía ayuda para levantarse, pero antes le tomo la mano, y, la puso sobre su vientre, para que viese como su hijo empezaba a moverse, no podía ser, su hija curada, su nieto no nato resucitado.

Sí, Jesús era el Señor; aunque intento, hablar con los discípulos de Jesús no pudo, tal era el miedo, que estos tenían, pero a Rubén no le importaba esperar, ahora que sabía que la vida es eterna

Sólo quedaba esperar el soplo del Espíritu


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