martes, 5 de febrero de 2013

El cormorán

El cormorán es un ave marina, es decir, tiene que, pescar para alimentarse, es un pájaro de alas muy fuertes, y, muy bello, que suele, hendir el mar, lanzándose desde lo más alto, de las rocas; o, seguir a los barcos, con el fin, no, de robar, pues los animalitos, no roban jamás, simplemente, toman, lo que Dios, da en la naturaleza, para todas sus criaturas.


Pero nuestro amigo, el cormorán, Raúl; era la vergüenza, de los cormoranes. Su mamá, la señora cormorán, y, su papá, el señor cormorán, estaban muy enojados, con él, y, no porque, fuera un mal hijo, no, sino, porque, era un cobarde, le daba miedo el mar.


“pero, vamos a ver hijo, cómo te puede dar miedo el mar, siendo un ave marina”. Le repetía, papá cormorán, no ves, que no, podemos mantenerte, toda la vida, ya tus hermanos, han creado, sus propios nidos, tu eres un polluelo, de nuestra primera nidada, y, ya vamos con la cuarta.

Lo siento papá, tengo miedo, de que el mar me haga daño (decía nuestro amiguito)

Eres, un ave, el mar, no te puede hacer daño, puedes volar, nadar, sólo tienes que lanzarte, agarrar el pez, y, subir hacia arriba, como hacemos todos.

“No papá, el otro día, vi. Unas olas muy grandes, y, tuve, mucho miedo, porque pensé, y, si me hubiesen agarrado, tenían manos. Sabes?”

Valiente tontería, las olas, no son más que agua, agua, y, el agua, no hace daño.
Pero nuestro amiguito, no estaba de acuerdo, no, le importaba le llamasen cobarde, que se riesen, del sus hermanos, y, hasta sus sobrinos, que ya empezaban, a lanzarse, sobre el mar, dejando una estela blanca, y, si sus papás no querían darle peces, era igual, ya se alimentaría con otra cosa. Pero él meterse, en el mar, jamás, bueno eso era lo que pensaba.

Pero un buen día, sucedió algo imprevisto, iba  paseando por la orilla del mar, cuidando que no lo tocase una ola, cuando se encontró, con un pez que estaba aleteando, se acerco hasta él, y, le pregunto.

¿Qué te pasa?

El pobre pez, casi se muere del susto, pero se repuso, y, con una voz, muy tenue consiguió hablarle.

“Veras, yo vivía en el mar, en una cueva, con mis hijitos, y, mi pececita, éramos muy felices, pero un hombre, ya sabes un ser humano, me cazo, no lo hizo, porque tuviese hambre, lo hizo, por divertirse, no le importo, dejar un hogar herido, y, luego me tiro en esta playa, yo, no tengo, fuerzas, para llegar hasta el mar, y, me imagino que tú me acabaras comiendo, y, quiero que sepas, que no te odio. por ello, es natural eres un ave marina”

Pues te equivocas.

Respondió, muy enojado el cormorán

Soy,  un ave marina, pero no soy, un sinvergüenza, no me voy aprovechar de ti, ahora que no, puedes defenderte, una cosa sería, pescarte en el mar, donde tú, también te podrías defender, pero a mi el mar, me da miedo, pero en la tierra, donde estas herido e indefenso, oye, yo seré un cobarde, pero no soy malo, es más si puedo ayudarte, en algo.

Pues la verdad, no sé en que.

Respondió, el señor Besugo
¿Qué te parece, si te doy, calor con mi cuerpo?

Y, dicho y, hecho, se coloco, encima  del pobre Besugo

No hombre, digo, ave, no ves, que me ahogas, lo que necesito es agua, y, agua del mar

Pidió el Besugo

¿Agua del mar?, eso si que es imposible

No, no es imposible, si de verdad, eres mi amigo, y, me quieres ayudar, no tienes, más que ir hasta el mar, y, tomar un poco en el pico, y, echarme la sobre las heridas; con cinco veces que lo hagas, ya podré, volver al mar; y. reunirme con mi familia; claro que si prefieres dejarme morir, no digas que eres mi amigo.

Oye, para estar herido, hablas más que un loro, yo, le tengo miedo, al agua del mar, por eso hasta ahora, no he fundado mi propio nido, no voy a pescar, así que, no pretenderás, que vaya precisamente, a coger agua en el pico, para un pez.

No claro que no, perdona, uno sólo vence el miedo, por los amigos, y, yo, sólo soy, tú lo has dicho un pez, un pez, que seguramente acabará, como debe acabar, perdona mi osadía.

Mira, si uno vence el miedo por los amigos, lo venceré, no voy a dejarte morir.

¿Lo harás de veras, por mí?

Sí, lo intentaré al menos.

Y, nuestro amiguito, se fue volando hacia una roca, y, temblando de miedo, como los valientes. Si los valientes, tienen miedo, pero se lo aguantan, se lanzo a las aguas, las olas rozaron su cuerpecito, y, resbalaron sobre él, y, lleno su piquito de agua, y, vino a echarla, sobre el cuerpecito de su amiguito, y. así una y otra vez, hasta que este, pudo ya, regresar al mar, reunirse con su familia.

Fue entonces, cuando descubrió, que no le tenía miedo, al mar, de tanto ir, y, venir, le había perdido, el miedo a las olas. Se había dado cuenta,, de que estaba hecho, para lanzarse en picado sobre el mar, y, todo gracias a su buen corazón, que le había llevado, a no dejar morir, en la playa, a un pobre besugo.

Ahora podría, declarar su amor, a la bella, cormorona. Atalia. Fundarían su nido, y, él saldría, a pescar en su compañía, y, enseñarían, a pescar a sus hijos.

¿Y, si encontraba, a su amigo el Besugo? Bueno, el mismo Besugo, había dicho, que sabía, para lo que fuera creado, en el mar. Uno era un pez. Y, nuestro amigo, era un cormorán, un ave pescadora.

Tal, y, como había pensado, Raúl, se caso con Atalia, y. los dos enseñaron a sus pajaritos, a pescar, y, sobre todo, a no negar nunca, su ayuda por difícil que fuese a quien, estuviese tendido en la playa, aunque fuese, un apetecible Besugo.

Fin

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