sábado, 2 de febrero de 2013

Los cohetes


Yo, entonces tenía quince años; mis padres habían decidido, que iríamos  al pueblo de mis abuelos paternos, a, pasar las fiestas; la idea no me alegraba demasiado, pero aunque parezca increíble, en aquel entonces, los chicos de quince años,  contábamos muy poco, a la hora de tomar decisiones, así, que, a regañadientes, tuve que ir.

Mis abuelos, mis tíos, y, mis primos  nos recibieron llenos de alegría, sobre todo, mis primos, a los que les encantaba, tener unos días, a un “tonta chica de ciudad”

El día de la fiesta, acudimos a la procesión, y,  lanzamiento de los cohetes, yo no entendía;  manía, de hacer ruido, y, de llenar todo, de olor a pólvora, si lo único, que se veía, era humo, el resto del día, estuve, más animada, sobre todo en el baile, pero no podía, dejar de pensar, en el gasto, de los cohetes,  hasta salió,” mi vena social”, mi abuelo, me recordó, que de noche iban, echar más “fuegos”(cohetes) junto al río, y, que íbamos ir a verlo, si Dios lo permitía, “yo no” respondí, pero mi padre, me recordó, que “yo sí” y, allí estaba yo, aquella noche, viendo el espectáculo más maravilloso que imaginarme pudiese, estrellas, cayendo a la tierra, y, subiendo de nuevo al cielo, animales de luces, guirnaldas, no podía apartar mi vista, abuelo. ¿Cómo es posible, si por la mañana, no se veía nada?

Por la mañana, había luz, y, con la claridad del día, no podía, verse, pero son los mismos cohetes, la misma pólvora, y, hay dos lecciones, que quiero, que recuerdes

Los cohetes, lo que llamamos aquí “los fuegos” no pueden verse, de día, por eso, cuando uno, los oye, no se queda quieto, y, va adonde tiene que ir, que es honrar al santo, ó, si ya lo hizo, comprar las rosquillas, ó,  bailar, es decir; “cumple con su deber” por  la noche, como debido, a la oscuridad, se ven con diversas formas, lo único que uno hace, es, mirar, para ellos, y, se olvida, de lo demás,  es lo normal, que para eso hemos venido, pero en la vida corriente, también hay cohetes, no me refiero, a cohetes de pólvora, me refiero, a que hay situaciones, en que la moral de un país, de una sociedad ó, de una familia, es tan clara, tan fuerte, que las cosas, que están mal, pues uno, ya  lo,  ve,  ve el humo, pero hay otras,  en que esta, todo ennegrecido, todo lleno de maldad, y entonces el mal, parece progreso, parece algo bonito, y, algo que atrae, y, es preciso recordar, que no lo es, que “ los cohetes” sólo son cohetes, tanto si se ve, humo como guirnaldas, y, que el bien, no cambia, aunque digan, algunos que sí, ó,  aunque lo quieran, cambiar, los que mandan

No pienses,  que los cohetes, sólo me sirven, para hablarte,  del mal,   también son ejemplo, de cosas buenas, los cohetes, que lanzaron, en la fiesta para honra, al santo, y al honrar, al santo, honrar a Dios, se gastaron en pólvora, en el cielo, dieron, a si su “ vida” pero, a nadie llamó, la atención, nadie vio, las maravillas, que encerraban, pero cuando llego, la noche, el ocaso, la oscuridad, todos nos hemos maravillado, pues bien, “hija mía;  así es nuestra vida, la vida de cada uno, mientras una persona vive, muchas de sus acciones, pasan ocultas, pero cuando llega, la muerte, si hemos sido buenos cohetes, es decir, buenos hijos de Dios, entonces brillaremos en el Cielo,

Ya, abuelo. ¿Pero hay personas, que viven, y, mueren ocultamente?

Eso, es lo que parece,  hija mía, pero no hay, nada oculto, a los ojos de Dios, y, aunque no sepamos, que varilla de cohete fue, si que vemos, las luces que forma, tú ves las cosas buenas que, hay en el mundo, pues cada una de ellas,  fue obra de una, y, de muchas personas, que ya no están, pero que, dejaron para ti, y, para mí su rastro de luz, procura tú, dejar el tuyo, y, no te importe que ahora no sé vea, ya se verá, aunque no te vean a ti; tú si los veras a ellos.

Nunca olvidé el mensaje de mi abuelo

Fin

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