miércoles, 6 de febrero de 2013

el tabernero

El tabernero 

Esta historia; sucedió hace muchos años; recuerdo que, había ido, a pasar unas vacaciones a un pueblo medieval.

Celebraba, mis 21 años; o, sea mi mayoría de edad.

A la tarde, salí; cosa inusual en la época; a caminar sola; y, entre en una taberna; fue así como conocí a Juan el Tabernero.

Me senté, frente, a una vieja mesa de madera; y, pedí 1 copa de vino, en realidad, era una forma de decirme, “ya eres mayor de edad”, en casa, salvo los domingos, todos, excepto mi padre, bebíamos, agua con la comida

El tabernero, se acerco, y, me dijo.

.- No, señorita, es usted, tan joven, y, tan linda, como lo era mi niña, no, beba, otra cosa, un refresco, un vaso de leche, un café, vino, no, se lo ruego.

No me gusta, y, me gustaba menos; que me den, ni ordenes ni consejos; así que; le recordé; que era una cliente, mayor de edad.

Entones se disculpo, me pidió, permiso, para sentarse a mi mesa; y, como no había nadie más en el local, y, siempre me gusto charlar, y, sobre todo escuchar, sé lo concedí.

Se situó frente a mi, abrió su cartera, y, me mostró, la foto, de una muchacha morena de unos 20 años, bellísima, “era ella,” me dijo, señalándola.

Me contó, a continuación, que al poco de llegar de Salamanca, con su esposa, y, sus 3 hijos, abrieron, en el pueblo el bar. Al cumplir, la joven de la foto, 17 años, empezó ayudar en la cantina, cantando, y, sirviendo copas; fue, así, como el alcohol llego a dominarla; fíjese me dijo, señalándome una mujer desgreñada que, blasfemando como una bestia del infierno, reclamaba, su copa de vino, parecía una anciana, pero si uno se fijaba bien, veía que, no tendría más de 28 años.


“Es mi hija”, ve en lo que, se ha convertido, por eso, se lo ruego, no se vuelva como ella, no beba.

Me puse, seria, y, le conteste, que no tenía, nada que ver con su hija, que el alcoholismo era, una enfermedad, que gracias por su interés, pero que me sirviese, mi copa de vino, pues empezaba, a enfadarme,  y, no quería.

Mientras iba, al mostrador, para servir mi copa, aproveche, para ir al servicio, a retocar mi maquillaje, y, al intentar, mirarme en el espejo, vi, que en la luna, del mismo estaba pegado, un cartel, con el rostro desgreñado de la mujer del bar; salí echa una basilisca, me encaré al dueño, y, le dije, que no estaba bien, por buena que, fuese su intención, pegar carteles, con la foto actual de su hija, en la luna del espejo del baño; carteles siniestros, remarque.

Me contesto, que nadie, había tapado, el espejo; y, para convencerme, entro conmigo, allí estaba, sólo el espejo, me asuste, y, cambie, el vino, por un zumo de limón.
Abandone, el local, con el propósito, de no beber más que, en las comidas como se hacía en casa, y, en alguna fiesta familiar, siempre con moderación; pero al cabo de un rato, me dije, que todo habría sido,  un truco del tabernero, que se habría reído, como buen castellano, a costa de la ingenua muchacha gallega.

 Así que gire sobre mis pies, para volver a la taberna, di vueltas, y, vueltas sin encontrarla,  opte por preguntar, a un anciano del lugar. ¿Donde estaba la taberna de Juan?

¿La taberna de Juan, cómo me pregunta por ella, es usted muy joven?

Dejé, tranquila mi edad, y, responda, por favor, si quiere, y, puede

No, se enfade, hijita. ¿Eran, acaso sus abuelos, parientes del pobre Juan?

¿De qué habla, abuelo? Fue mi seca respuesta

Vera hija, hablo, de que lazos la unen con Juan, puesto, que sólo sus abuelos, pueden haberlo conocido, por eso le digo, si eran parientes; pues su taberna ardió, hace 50 años; la prendió fuego, la hija borracha del tabernero, de Juan.

Pues habrá otra abuelo, yo estuve allí hace menos de 3 horas.

Te habrán contado, la historia, y, lo habrás soñado, ven; y, me llevo hasta el sitio, donde aún estaba, el solar del viejo edificio calcinado.

Di las gracias, y, pedí, perdón por mi grosería, y, me fui convencida, de que seguramente alguien, me había contado, la historia, y el resto lo había soñado yo

Volví a Monforte, y, al abrir, mi equipaje encontré, una servilleta de papel que, ponía

“Taberna de Juan, junio de 1922 (Bejar, Salamanca)

No, sé, que pensar, pero es cierto, que en un momento, traspase, el tiempo.

Desde entonces, no me duermo, sin rezar, antes un padrenuestro, por Juan, y, su pobre hija, y, por todos los borrachitos,del mundo entero-
Fin

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