miércoles, 30 de enero de 2013

El humo


Ana, Carlos, Noha  y,  Samuel, habían llegado a la cabaña, muy temprano, los acompañe de mal grado, el campo, nunca me gusto, y, no entiendo.a la gente, le guste, más el olor a estiércol, que el olor a gasolina; pero ellos insistieron tanto, “ven Carlota”; que no tuve, más remedio

Madrugué, porque me era imposible dormir, mire, por la ventana, y, vi humo en uno de los montes próximos, los desperté, para que viesen el posible incendio, y, ver cómo podríamos ayudar; al que más le costo, despertarse, fue a Carlos, su primo Samuel, fue el primero, en levantarse
“Tú estas soñando Carlota, no hay ningún incendio”
no, estoy soñando, porque no he dormido, y, el olor a quemado llega hasta aquí
tu cerebro primita, respondió Noha.

Nadie, veía el humo, excépto yo, sali, hacia el pueblo; pero ninguno, de los que se cruzaron, en mi camino, veían, nada extraño en el monte, en el que yo había visto, el incendio
¿ Me estaré volviendo loca? Pensé, al llegar a la cabaña, dije, que les había querido, gastar, una broma; mientras pensaba visitar, el psiquiatra tan pronto. llegásemos, de nuevo a la ciudad

Sin embargo al otro día, volví ,a ver el incendio, sólo que esta vez era, como más vivo, y, mis compañeros, también lo vieron, igual que yo

Hay que, hacer algo, dijo Carlos, que siempre, era el más decidido, aunque luego no hiciese, nada, sin Samuel

¿ Hacer qué? Pregunto Ana, vamos, a soplar, por favor, somos 5 personas, que no disponen, de material anti incendios, ni siquiera, disponemos, de vehículos para llegar, allí lo que debemos, hacer, es llamar a las autoridades

Lo hice yo, me atendió, una funcionaria más interesada, en que se hablase gallego, que en evitar una tragedia, ni que decir tiene, que no le dije, ni una palabra en gallego, y, no porque no lo sepa, ó, desprecie, cómo voy, despreciar, la lengua que, mamé de las tetas de mi madre, no, lo hice, por lo mismo que, hace años, cuando era de paletos “ lo hablaba” porque no me gusta, que me manden, que me impongan.


Después de un buen rato, conseguí, que me pasase, con la persona responsable, un señor encantador, y amable, me escucho pacientemente, y, luego me dijo

“ Vamos a comprobar, gracias”
Le deje el número de mi teléfono para que me llamase, si necesitaban ayuda

Me llamo, al cabo de 1 hora, muy enojado; porque habían ido, hasta allí, y, no había ningún incendio, me advirtió, ( ya no era el hombre amable de antes) que si se enteraba, de que se había declarado, un incendio en otro sitio, nos acusaría por cómplices.

No entendía nada, el fuego, estaba allí

Entonces volví hacia el pueblo, pero la gente, que encontraba tampoco, veía ni olía nada, uno de los hombres del pueblo, y, su mujer, se ofrecieron, a llevarnos, en su tractor al monte, para que pudiésemos comprobar in situ, que no estaba, ardiendo nada.

En efecto todo, el monte, parecía normal, mejor dicho era normal, sólo dañaba, el paisaje un montón de piedras, y, grava que, debían, de llevar muchos, muchos años.

Algo pasaba, porque todos no, nos habíamos vuelto locos

Noha, dijo que, a lo mejor eran almas, que pedían justicia, sus hermanos, y, sus primos se rieron, yo no.

Al día siguiente, le pregunte, a la mujer que, nos limpiaba la cabaña, y, nos llevaba, la leche para el desayuno.
Al principio fingió, sentir extrañeza, pero luego se soltó, a hablar eso, si dejando, bien claro que ella en esas cosas, ni creía, ni dejaba de creer.

Su abuela, le había contado; que haya por el año 1875, el cacique, ó, sea el hombre ,para el que trabajaban casi todos los de la aldea; tenía una hija, una niña buena, y, hermosa, sucedió, con ocasión de la siega vinieron, campesinos de otros pueblos, y, la joven se enamoro de uno de ellos, Manuel se llamaba, la niña Celia; ellos querían, casarse pero D. Justo, ( nombre que no le cuadraba para nada) no estaba decidido a permitirlo

Un día los dos jóvenes, habían ido al campo, a ese campo, que usted dice, que vio arder; pasaron allí la noche, en una cabaña, que los pastores, se habían hecho con paja; por favor señorita, no piense usted mal, los dos eran puros, e, inocentes, simplemente con la tormenta, que se desato, era imposible, volver al pueblo

Cuando D, Justo se entero, se marcho hacia el monte, no dejo que nadie, fuese con él, luego bajo diciendo que todos a trabajar, y, que no había pasado nada, y, pobre del que en adelante hablase, ni una palabra de su hija.

Después mando, a dos hombres,  que echasen piedras, y, grava, esa que vio usted, para tapar su crimen, los había quemado vivos

¿Pero por qué nadie lo denuncio?

Hija, usted no sabe, cómo eran entonces las cosas, él era el cacique, no se podía, hacer nada, y, además para que arriesgarse, ellos ya, estaban muertos

Desde entonces, hay personas, que el día en que, fueron asesinados ven el humo, y, el fuego, que los mato, ellos quieren, decirles algo

Si, de eso estoy segura; y, voy ayudarles, dónde puedo encontrar a un sacerdote

La mujer, me condujo a la iglesia, el sacerdote muy mayor, pero muy lleno de Dios, me escucho atentamente, “ los caminos de Dios son inexplicables”

Luego me dijo, que no era necesario, e´l permiso  de las autoridades, él no era partidario, de levantar los cadáveres, bueno los huesos calcinados, toda tierra es sagrada, y, más los montes desde que, Jesús fue el primer escalador; además ellos ya no estaban allí, “la gente hija, va demasiado a los cementerios, es como si cuando un amigo, se nos va de viaje, en vez de escribirle, ó, llamarle, por teléfono fuésemos a su casa, a hablar con su ropa vieja”

Sacamos las piedras, y, el sacerdote bendijo, y dijo una oración, sobre los huesos, los dos esqueletos tenían las manos agarradas, y, estaban sentados, alguien dijo de estirarlos, pero yo me opuse, en el fondo pensaba como el sacerdote.

Rece, una oración por aquellos dos infortunados jóvenes.

A la mañana siguiente, cuando nos disponíamos a regresar; Ana me señalo el monte, ya no se veía el humo, pero si se veían 2 garzas blancas aves, no comunes en aquellos parajes, que estaban reconstruyendo su nido

“Fíjate, han vuelto para amarse” si claro, le dije es muy bonito, y, para darnos las gracias

Claro esta, sabía que no,pero,  por una razón, que se me escapa, las aves habían desviado, su rumbo.

¿Ó,  no, tú que piensas?

Fin

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