jueves, 7 de marzo de 2013

El Piano



Lucía, se había traslado en compañía de su esposo, a la nueva casa, que habían adquirido, era un edificio de dos plantas que ocuparían ellos solos, y, los hijos cuando viniesen, constaba de un amplio porche, un gran salón en la planta baja, la cocina, dos baños completos, y, dos dormitorios, en piso superior al que se ascendía por una amplia y, hermosa escalera, se encontraba su dormitorio, una pequeña sala con un piano, la biblioteca, todo ello con grandes ventanales.

Llevaban ya tres días instalados, cuando, Lucia oyó que alguien estaba tocando el piano, subió corriendo las escaleras, presa del pánico, porque sabia no había, o, no podía haber nadie en casa, pero cuando llego a la sala;  donde se encontraba el piano, este, estaba cerrado, y, como es natural nadie, lo tocaba, volvió a bajar, diciéndose que todo era producto de su mente. Pero la escena se repitió una y otra vez, ya no sabía que hacer. ¿Me estaré volviendo loca? Se preguntaba

Llevaban ya seis meses en la casa, y, habían dado una comida a sus amistades para celebrar su aniversario de boda, 4 años, y, la compra de la casa, de repente, una persona pregunto.

 ¿Quién hay arriba, porque están tocando el piano, vamos a oírlo?, y, todos corearon, el vamos, vamos.

 Lucía no supo que decir,  ya no lo escuchaba ella sola, subieron todos a la sala del piano, pero nadie tocaba este.

Los invitados pensaron que tal vez la música proviniese de otro lugar, de una de las casas vecinas.

Pero Lucía sabía que no, todas las tardes a las cinco, todas las mañanas a las doce, todas las noches, si de noche también a las cuatro de la madrugada, el piano tocaba la canción de cuna de Brahms.

 Aunque mujer racional, empezó a pensar si no sería obra del espíritu de un antiguo habitante; que hubiese sido pianista, así que tanto ella como su esposo, investigaron, a todos los que habían vivido antes allí, no había un solo músico, ni amante de la música entre ellos.

Decidió aconsejada por una amiga, traer una médium para que hiciera “una limpieza a la casa”, todo inútil.

Y, ya empezaba a volverse loca, no le bastaba el que no fuese ella sola quien la escuchase, ella era católica, aunque no muy practicante, así que decidió consultar con un sacerdote, el P. Leyma, el cura, un hombre ya mayor, al principio no entendía nada, y pensaba que tendría vecinos, que tocarían el piano, pero Lucía le insistió que fuera a su casa, y, al oír la música, el sacerdote le pregunto. “Señora, dígame. ¿Ha muerto algún niño en esta casa, o en su familia, de forma violenta?

No, padre, respondió, Lucia, mi esposo, y, yo, aún no tenemos hijos, no ha muerto nadie, vamos ningún niño.

¿Esta segura?

Claro que; si,

Le voy hacer, una pregunta difícil, no conteste si no quiere, pero para ayudarle, necesito saber la verdad

Hable

¿Tuvo usted, ó alguien que haya estado, en esta casa, un aborto provocado, es decir un aborto criminal?


Lucia palideció, ella se había sometido, a una operación de aborto, hacia, un año, lo había hecho, porque el embarazo llegaba en un mal momento, había sido un fallo, ya tendrían hijos más adelante.

 Su marido había estado de acuerdo, y, sus amigos más íntimos, para todos ellos,  no había sido más que el ejercicio de un derecho.

Sí, Padre, hace un año, estaba de 2 meses, y, medio cerca de tres, pero eso no es el asesinato de un niño

Lo es señora, un niño, un inocente que estaba en su seno, y, al que usted impidió vivir, ahora, él toca la canción de cuna, ya que usted su madre nunca lo mecerá, como no puede despertarla llorando, lo hace tocando el piano.

¿Y, qué,  puedo hacer?

En primer lugar arrepentirse, y, confesarse, en segundo lugar, reparar el daño que ha hecho, y, no teniendo otro hijo, que los tendrá cuando sea el momento, eso, si, tiene que prometer, y, cumplir que no volverá a abortar, pero lo que deberá hacer ahora, para que su hijo en el Cielo se tranquilice, es adoptar un niño, de la edad que tendría su hijo, de vivir, un bebe. Cuando lo decida, llámeme



Lucía se quedo pensando, la verdad era que desde aquello, no se sentía a gusto consigo misma, empezó a escuchar de otro modo la música, y, a imaginarse a su hijo, no bebe, si no joven, y, adulto al piano, un buen pianista como su abuelo, entonces se dio cuenta de lo que había hecho, y, decidió confesarse, ahora si estaba arrepentida.

 Pero la música seguía sonando; igual su marido le decía que era una pobre idiota, que se cargaba de tontos remordimientos, pero ella sabía que no.

Un día, mientras desayunaban le dijo. Pablo, falta una cosa por hacer, adoptar un niño, un bebe, de dos ó tres meses, la edad aproximada de nuestro hijo, pero no podemos adoptar un niño sano, eso sería premiarnos, tenemos que adoptar un niño que nadie quiera, un niño minusválido, para purgar así nuestro crimen.

Pablo acepto, y, después de un sinfín de trámites consiguieron adoptar a un bebe de 3 meses y medio, con parálisis cerebral, que nunca podría hablar ni andar.

Fue el mismo Padre Layma;  quien bautizo al pequeño Andrés, y, nada más llegar a casa, con él, la música ceso, ahora la canción de cuna, la tocaba y, la cantaba ella, para el pequeño Andrés, al poco tiempo de tenerlo en casa, y, mirar su carita, se dio cuenta de que era una bendición un regalo de su hijo desde el Cielo.

Andrés, creció con una gran inteligencia, y, llego a ser un gran pianista, para el que no era óbice su minusvalía, de hecho el único entre sus cuatro hermanos.

¿Qué le ha parecido la historia, le aseguro que es cierta? Me dijo, la buena señora en aquella terraza de café

No, sé, respondí, no creo mucho que los muertos toquen el piano

OH Claro que no, hija, los muertos no tocan nada, pero los vivos, si

Cómo los vivos, usted me ha dicho que en la casa, no había nadie.

Bueno, nadie, excepto yo, yo era la portera, y, sabía porque lo había oído contar lo que le había sucedido a Lucía, como era también la encargada de la limpieza de la casa, cuando no estaban, pues sabía que tenían el piano, así, que con ayuda de mi novio, un experto en electrónica, grabe la canción de cuna al piano de Brahams, luego colocamos un aparato de música, que se accionaba automáticamente a las horas indicadas, y, que cesaba automáticamente al abrir la puerta de la sala.

Que horror, si lo llega a saber;  el Padre Layma

Lo sabía, y, le pareció muy bien

Le pareció bien, engañar así a una pobre mujer

No hija, vengar a un inocente, traer una oveja al redil, y dar un hogar a un niño. ¿Te parece poco?

No, creo que no. Pero no, sé, sería bueno, que el piano lo hubiese tocado un ángel. Un ángel que no llego a nacer.


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