martes, 2 de julio de 2013

La adúltera

La adúltera 

Se llamaba Tamara, como la hermana del rey David la que fue violada por Absalón, era hermosa, y, estaba enamorada, lo malo es que había cometido “el pecado de enamorarse de quien no debía” porque existen personas; que piensan que el corazón entiende de leyes de pactos; y, no es un ignorante.

 Tamara, se había enamorado de un joven como ella, algo mayor pues ella apenas tenia l 17 años, y, él ya había cumplido los 25, era un buen judío,  por eso pensó que; sus padres (de ella);  no se opondrían a la boda

Es verdad,  que no era lo habitual, el matrimonio, se concertaba por los padres, pero el mundo avanzaba, eran tiempos modernos, y, lo importante lo había oído decir en casa a sus padres, en un matrimonio era quererse, si, a sus padres les agradaría su elección; ellos conocían a Samuel no era rico es cierto, pero sabía trabajar era un buen herrero, y, no le faltaría trabajo, y, si era preciso se irían a Egipto, o, a Roma donde decían que había colonias de israelitas.
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Entro en casa, y, tras saludar, y, besar a sus padres, y, pedir su bendición, les contó que se iba casar, la respuesta de éstos, no pudo ser más dura.

“Claro que te vas a casar, ya hemos concertado tu boda con Levi,(Levi era un escriba de unos 60 años) era viudo, y, las malas lenguas, decían que su mujer había muerto de una paliza dada por él, claro que nada cierto podía afirmarse, pero desde luego no era el;  marido más indicado para una muchacha de 17 años

Lo único que acertó, a decir a sus padres fue.

 Yo no lo quiero, amo a Samuel.

 Pero su padre, le dio una bofetada diciéndole, harás lo que te mandemos, como buena hija, y, serás también una buena esposa, y, cuidado con lo que haces, pobre de ti si el día de la boda “no cuelga la sábana”

Levi, les había dado dinero para pagar una deuda, y, poder así recuperar un campo, y ellos a su vez le vendían a su hija, porque eso era, lo que hacían venderla

Obedeció a sus padres, porque no le quedaba otro remedio, y, trato de ser una buena esposa, aunque le costaba mucho trabajo, no amaba a Levi, y, éste tampoco hacía nada para ganarse su cariño, para él la mujer, era poco menos que una bestia, y, él era su dueño; por lo tanto tenía derecho a exigirle, lo que le apeteciese, deseaba tener hijos pronto, y, por ello usaba a la pobre Tamara, como un animal reproductor, llamarlo amor sería profanar el amor, amor sería lo que hubiera tenido, si se hubiese casado con Samuel. Pero con Levi, era repulsivo, se quedo embarazada, y, se llevo su mayor alegría; no por el hecho de tener un hijo de su marido, si no, porque pensó que así este disminuiría su frenesí carnal, pero lo empeoro, ya que nació una niña, y, para Levi aquello era como no tener nada.
Aquella mañana Samuel, estaba en su herrería, ya habían pasado 4 años desde que Tamara; lo dejara para casarse con Levi, y, su vida, también había cambiado mucho, oficialmente era el herrero de Jerusalén, pero en realidad, tenía otros “trabajos” que harían avergonzarse, a sus padres si vivieran trabajaba para Roma, no, no era publicano el lo que hacía era; “dormir”; con las matronas romanas, que vivían en Judea, y, sacarles los secretos que sus maridos, amantes, novios, hermanos, o, padres, que habían ido a ver al emperador, o, a luchar le comunicaban, después él se lo contaba;  a Caifás, quien no tenía ningún reparo moral, ya que decía:

”Son gentiles, idolatras, si no adulteran contigo, lo harán con otro, y, además, lo suyo no es matrimonio, en cuanto a ti eres un hombre libre, y, estas haciendo una buena obra” y es que Caifás, era muy comprensivo, cuando le convenía
Samuel encontró, a Tamara, él siempre había pensando, que la muchacha había optado por un matrimonio de conveniencia, así que, esperaba el momento de vengarse de ella.
Se lo contó  a Caifás; y,  éste vio;    ”el cielo abierto” para vengarse de su “enemigo”, si aquello, le serviría para desenmascarar, al Nazareno.
Llamo en secreto a Samuel; para decirle que tenia un “trabajito” para él, pero esta vez no se trataba de ninguna romana, ni griega, si no de una judía, a Samuel le extraño mucho que fuera una judía, pero Caifás se lo aclaro, se trataba de destapar a un engañador del pueblo, y blasfemo, y, lo haría con la mujer, que lo había engañado a él, a Samuel. Como ya había perdido sus principios acepto
Se hizo,  el encontradizo con Tamara; al principio ella se limito a sonreírle, pero un día siguió al otro, y, la pobre muchacha seguía enamorada, así que no le costo, mucho trabajo convencerla, para tener un momento de intimidad con él, antes de ello Samuel concertó el lugar con; Caifás, seria precisamente en una vieja casa que éste tenia abandonada, de allí la sacarían a medio vestir, y, la pondrían a los pies de Jesús; a ver que postura tomaba, que tomara la que tomara, estaba perdido si votaba, por la lapidación de la joven; todos sus seguidores lo dejarían, como iban a seguir a quien decía estar con los pecadores, venir a buscarlos, y, luego apoyaba su muerte.

Si, votaba, en contra lo dejarían, todos los que cumplían la ley de Moisés, puede que incluso muchos de sus seguidores más abiertos, porque como iban a creer, y, seguir a quien se decía enviado de Dios, y, no respetaba la ley de Moisés, la victoria esta vez era suya

Sucedió,  como lo habían planeado, la muchacha, fue sorprendida en pleno acto amoroso, y, sacada a la calle semi desnuda, mientras veía, como Samuel, cogía una bolsa de monedas, que le daba Caifás, entonces lo odio, y, deseo su muerte lo hubiera matado allí mismo; si hubiese podido, ella no era una adultera, la habían casado a la fuerza, y, nunca considero, a Levi, su marido para ella, su hombre era Samuel, y, ahora Samuel le hacía eso.

Llegaron con ella al monte, y, la arrojaron a los pies de un hombre joven, que conversaba con un grupo de personas.

“Rabí, esta ha sido sorprendida en adulterio, la ley manda apedrearlas ¿Tu que dices?”

Tamara, miro al hombre, era joven, un poco mayor que Samuel, pero sus ojos eran de una dulzura tan grande, vestía un hermoso manto rojo;  sin embargo Tamara tuvo miedo, si aquel hombre era, un judío piadoso, dirían que la lapidasen.

Pero no hizo ni una cosa, ni otra se puso, a escribir en el suelo.

Los acusadores, empezaron a impacientarse, y, entonces el hombre, se levanto, y, dijo bien, apedrearla, pero hacerlo bien, el primero ha de ser el que no tenga ningún pecado, entonces miraron al suelo, y, allí había escrito, todo lo que estaba en sus podridas almas, a Samuel; que también estaba allí, le estremeció cuando vio, que aquel hombre conocía su “trabajo”. Mientras Tamara, veía, como se iban marchando todos uno a uno; quedando; ella sola con Jesús.
Jesús, la miro con tanta dulzura, que la joven sintió, como si le acariciasen el alma, supo lo que era ser amada como persona, amada de verdad, que nunca lo había sido, ni por sus padres, ni por Samuel, al menos ahora, ni por su marido; a la pregunta de Jesús hecha con una sonrisa

 “¿No te han condenado?”

Ella respondió con un “no, Señor”

El joven Rabí, le dijo “yo tampoco te condeno, ve, y. no peques más”

Vuelve a casa Tamara, y, no odies a los que te han utilizado, ama, pero ama con un amor puro, no engañes, saca de tu corazón,  la idea de asesinar, a Samuel perdónale, sigue siendo buena, echa de ti el odio que has dejado se asentase.

Tamara, se arrodillo, y, beso los pies de Jesús; este la levanto, y, la abrazo como a una hermana.
Volvió, a su casa su esposo la repudio; pero  no le importo, y, cuando unos meses más tarde, Levi, enfermo, fue ella quien lo atendió, y, cuido, como la más amantísima esposa, aunque al estar repudiada, la ley no la obligaba.
Al hombre que le salvo la vida no volvió a verlo, oía hablar de él, de si era, o, no el Mesías, ella estaba convencida de que si, quien, si no hubiese podido escribir, lo que aquellos tenían en la conciencia

Aquella mañana había salido, a la puerta de su casa en Jerusalén, de pronto, vio, y, oyó un gran alboroto, fue mirar, allí iban, con 3 desgraciados, que llevaban a ejecutar en la cruz, el último de ellos apenas se tenía en pie;  ya no llevaba, el travesaño de la cruz, iba semi desnudo; y, estaba tan desfigurado, que costaba trabajo reconocerlo,  con latigazos salivazos etc. Lo habían convertido, en un “monstruo”; sin embargo, Tamara, reconoció sus ojos, los ojos que la habían mirado con tanto amor, que le habían salvado, no sólo la vida, si no su alma del odio, y, entonces saco el pañuelo que cubría su cabeza, y, arrodillándose  como lo había hecho en aquella ocasión; le limpio el rostro con su velo.
Pasaron los días, y, Tamara, oyó lo que se decía sobre si, el Rabí había resucitado, o, si habían robado su cuerpo, a ella le dolía que hubiera acabado así, de repente pensando en él, se acordó de que tenía el velo, con el que había limpiado su rostro aún sin lavar; y cuando fue a lavarlo en el rió, se quedo asombrada;  por que allí estaba el rostro del Nazareno, pero no sangrante aunque, si se veían algunas manchas de sangre en el lienzo y, en su frente la huella de una corona de espinas, pero el rostro del lienzo era luminoso.

Tamara, lo estrecho contra su corazón, , se fue corriendo a la calle, era el día en que se agradecían las cosechas, se quedo paralizada, al ver a un montón de gente que estaba escuchando, a uno de los seguidores de Jesús, vio como todos se echaban a llorar entre ellos Samuel, y, aquel día Samuel, y, Tamara recibían el bautismo de manos de Pedro el primero de los Apóstoles, poco tiempo después el mismo Pedro bendecía su amor, por que ellos fueron unos de los 3000, de los que habla el libro de los Hechos.
Un tal Saulo de Tarso, más tarde (San Pablo), desato una persecución violentísima contra los que, creían en la resurrección de Jesús, y, en esta persecución. Tamara, y Samuel ofrecieron su vida a Dios.
Los dos fueron recibidos en el cielo; por, Quien: un día les había lavado con su sangre, el mismo que echo, a Samuel en cara su pecado, y, que la había rescatado de la muerte. El amigo de los pecadores. Su Hermano, y, Señor.


Fin.

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