viernes, 5 de abril de 2013

Un comensal de los cinco panes


Rubén, había acudido con su familia, y, con unos vecinos a la celebración de la fiesta de “las tiendas” en recuerdo de los años, que,  “El Pueblo de Dios”;  había pasado en el desierto.

Para Rubén, aquella era una fiesta simpática. Pero sólo eso; como judío que había tenido la suerte de criarse, y, educarse en Atenas, no creía nada de lo escrito en la Thora; por supuesto, que se guardaba mucho de comentarlo, salvo con sus amigos. Elías,. David, y Juda; estos aunque le llevasen la contraria, nunca lo traicionarían.

Uno de sus amigos; en concreto David. Se dio cuenta de la presencia, de un Hombre que había convulsionado a todo el pueblo; del carpintero de Nazaret;  se lo hizo notar a Rubén, y, sus acompañantes; quería que aprovechasen la ocasión, de acercarse al joven Carpintero, y, Rabí.

 Rubén, rechazo la idea; argumentando;  que había ido a celebrar una fiesta simpática, no a oír a un loco, que se creía Hijo de Dios.

Lo cual era imposible, suponiendo incluso que hubiese Dios, cosa que no estaba demostrada; sus amigos, le mandaron tener cuidado con sus palabras; mas Rubén sabía que con tanto barullo de gente, nadie podría oír lo que decía.

Al cabo de unos días; todos los que estaban en la fiesta, incluidos Rubén; y, sus amigos, vieron, que no quedaba comida; No tardo en surgir el desaliento, y, las críticas de unos contra otros; si los de siempre, no se hubiesen empeñado en quedarse unos días más para escuchar, “Al Maestro”. “Al Carpintero”. Nada hubiera pasado, pero claro en aquellos días, la comida se acabo. Y, ahora, no tenían donde comprarla, estaban en un descampado; a muchas horas de camino, del primer puesto de venta, de la primera casa. No tenían que comer, e iban a desfallecer de hambre,  iban a morir.

Rubén maldecía al” carpintero ”, y, a sus partidarios diciendo que si no fuera por ellos; nada de aquello habría pasado, este era para él el único culpable, Él, y, sus amigos, y, los tontos que, creían los cuentos que contaba. Se enojo cuando oyó, a una viejita decir que seguro que Jesús, lo solucionaba; claro que nadie, creyó a la pobre mujerera cierto que Jesús; había hecho cosas sorprendentes, pero también lo era que aquello lo excedía todo; estaban allí unas 15.000 personas. ¿Cómo iba alimentarlas a todos?

De pronto, uno de los compañeros de Jesús. Se acerco, y, les pidió que se sentasen en la hierba, y, que pasasen el recado de sentarse unos a otros, Rubén se negó pero no le quedo más remedio, ante las presiones de los demás; aunque  lo hizo,  de mala gana, y dispuesto a saltar sobre, Jesús si pretendía aprovechar la ocasión, para convencerle, de lo que jamás seria convencido.

Unos minutos más tarde;  Rubén, y,  los demás tenían en sus manos; un pedazo de pan, y, un pescado; comió con ganas, y, hasta  repitió. Pero Rubén, no se percato de ningún milagro; porque no miro, para los que tenía a su lado,  no vio, que a todos les pasaba igual, que el pan y el pescado; se estaban multiplicando; ni supo que un niño, el hijo de Caifás, le había entregado a Jesús; cinco  panes, y, siete peces.

Rubén, se imagino que el pan, y, el pescado, se los habría olvidado alguien que tuvo que irse; no vio el milagro; así que no marcho en pos de Jesús; Para hacerlo rey, el regreso a su hogar, negándose desde el primer momento. a aceptar un milagro que estaba sólo en la mente de sus amigos.


Al día siguiente, tampoco se escandalizo, ni se alarmo cuando sus amigos le hablaron de que Jesús había prometido, dar a comer su propio Cuerpo, y, a beber su Sangre. Para Rubén aquello era tan posible, como el hecho de que hubiese alimentado, con la cantidad de panes, y, peces que le dijeron sus amigos, a toda la gente, que estaba en el monte, y, como lo otro era falso aquello también pero a él no le preocupaba.

Jamás hizo por encontrarse con Jesús

Y, cuando Jesús fue traicionado, y, condenado a muerte. Rubén no estuvo allí para gritar ni a favor, ni en contra, ni en contra de Jesús

Estaba,  por encima de las supercherías de su pueblo, y, cuando se corrió el rumor de su Resurrección, cuando empezaron, a perseguir a sus discípulos, le pareció acertada la postura de Gamaliel, era una tontería, perseguir, aquélla pobre gente que creía en un muerto resucitado; trato de oponerse con todas sus fuerzas, a la persecución de Saulo, discípulo de Gamaliel..

Rubén estaba ciego como aquel día en el monte.

Ni la valentía de mártires, y, confesores. Ni el amor con que se amaban, unos a otros lo convencían;  todo eran casualidades, cosas que pasaban porque sí, sin más explicación.

Un día aquella pandilla de locos, se disolvería, y, nadie se acordaría de ellos; no, sabia que iba suceder un hecho, que le marcaría la vida.

David, uno de sus amigos, vino a buscarlo, para que llevase de parte de una mujer, llamada Salome, una capa a su hijo que estaba preso; a ella no le permitían hacerlo, y como David, era de los que habían aceptado al Señor.; aunque no tan  conocido;  como los Apóstoles,  le había pedido el favor.

Rubén, no se negó a acompañar a su amigo; su indiferencia por la nueva doctrina era tan conocida por todos; que nadie lo iba a vincular con los “nazarenos”

Al entrar en las mazmorras de Herodes, sus ojos se fijaron en el hombre que estaba allí; era uno de los acompañantes, y, pariente de Jesús. Jacobo ó, Iago el hijo de Zebedeo, y Salome.; sintió pena al verlo encerrado, era un hombre todavía joven.; no debía de tener más allá de los 40 años; sin duda tuvo mala suerte por causa de aquel,  loco; que acabo colgado de un madero

De no ser por Jesús, Jacobo, se hubiese casado, y. ahora seria un judío normal, mientras que en aquel momento debía de estar maldiciendo, su suerte, pues la sentencia ya estaba dictada, y, dentro de 5 días seria ejecutado, por traidor a la patria y al judaísmo.

Rubén decidió acercarse hasta el discípulo que se envolvía en la manta; para librarse de las mordeduras de las ratas. Y, decirle lo mucho que  lo sentía, que si podía hacer algo por él que se lo dijese


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Santiago; que este. Y, no otro era Jacobo; alzó la vista, lo miro con un semblante tan lleno de dicha; que, en un principio  pensó que había enloquecido, pero luego hubo de convencerse a si mismo, de que un loco, no tenia aquella mirada; que, era la mirada de un niño.

“Yo también lo siento, siento no haber podido hablar á más personas, de que Dios los ama tanto, que envió a su Hijo a morir en una cruz por ellos. Sabes cuando estuve en el Finisterre en la Hispania.; me dieron ganas de volver, la de dioses que tienen aquellos pobrecitos, hasta en la huerta les nacen dioses.

Pero María Nuestra Señora; aunque;  no le guste que le llamemos así, yo le pregunte al Maestro, sí podía, y, me dijo que si, pero que mejor la llamase Madre; pues bien Nuestra Madre; me vino ver;  no. no es que hiciese siendo, mujer  semejante viaje;  es que cuando yo estaba decidido, a dar media vuelta, y, regresar, tuve un sueño, y. en ese sueño me hablo, me dijo que siguiese,  y, , que la Fe en Jesús seria tan sólida en aquel lugar, como un pilar de piedra que había, entre unos matorrales.

Cuando desperté, y, comprobé, la existencia del Pilar no me cupo duda. De que mi Señora, y, Madre se me había aparecido en sueños.; para transmitirme un mandato de su Hijo; estuve cerca de 5 años instruyéndolos; si vieras como aceptaban los pobrecitos la noticia de un Dios amor.; sus ídolos son tan crueles; claro como no son nada; por eso siento dejar este mundo; porque quedan tantos sin enseñar;  pero por otro lado estoy alegre; porque por fin, voy a ver a mi Señor a mi Amigo;  voy conocer ese Dios amor del que ahora soy hijo;  sé que de estos mis discípulos de Hispania, podré seguir ocupándome en el cielo.

Desde allí les ayudare a extender la Fe. Y, sino. Lo harán otros. Que yo sólo soy un instrumento en las manos de Dios. Siento pena también por dejar a mi madre, que como sabes quedo viuda hace 2 años, y, mi hermano Juan vive con, María la Madre del Señor desde que este se lo pidió en La Cruz.

Tengo miedo a fallar, como falle cuando el Maestro estaba en el huerto, y, nos pidió orásemos con él, y, yo me dormí. Tengo miedo, de retractarme; por salvar mi vida. Decir que Jesús no resucito. A eso si tengo mucho miedo. Por eso, rezo continuamente”

Rubén, le puso la mano en el hombro y le dijo; “O, sea que puedes salvarte, pues sálvate, di que no resucito”

Santiago, lo miro, con pena, y, le dijo. “si, digo que no resucito entonces será cuando no podré salvarme, yo sé que resucito. Yo comí con Él después de resucitar, y, sé que yo resucitare también”

Rubén, abandono, la mazmorra sin saber que decir. No entendía como un hombre se dejaba arrebatar la vida tan fácilmente; cuando podía salvarse, con pronunciar unas palabras.

Cinco días más tarde Santiago, fue llevado ante Herodes, y, el Sanedrín reunido. Allí. Se le mostró al verdugo que lo ejecutaría de seguir en su postura; Rubén estaba allí, y, se decía; “pronto empezara a temblar”, pero Santiago no vacilo. Confeso a su Señor- y Maestro, Y, ofreció su cabeza al verdugo.

Al día, siguiente un hombre se presentaba ante Herodes, y. el sumo sacerdote Ananas. Sucesor de Caifás, este hombre era Rubén, y, había pedido ser recibido porque sabía donde había un nuevo discípulo de Jesús. Deseosos como estaban aquellos monstruos de sangre lo recibieron enseguida.

¿”¿Dónde este ese nazareno?” Le preguntaron.

Aquí ante vosotros. Respondió –Rubén. Soy yo.

¿Tú te has vuelto loco. O quieres burlarte. Que te ha convencido. Has visto, acaso alguna señal. O has oído hablar en lenguas extrañas. ?

He visto mucho más que eso

He visto a un hombre dejarse matar cuando podía salvar su vida

¿Y que (le dijeron) siempre ha habido locos y fanáticos?

Cierto pero los fanáticos mueren temblando. Llenos de miedo, este murió lleno de paz. Mejor dicho se durmió

Los fanáticos mueren maldiciendo a sus verdugos. Este murió perdonando, y, rezando por quienes lo mataban; a los que deseaba, ver, pronto en el lugar en dónde él esta ahora, por eso supe, que Alguien lo estaba sosteniendo. Que su Fuerza le venia de aquel que murió, y, resucito, y, al que yo no supe reconocer cuando multiplico aquellos panes..

Rubén fue condenado a muerte por traición, y, ejecutado, inmediatamente. Su cadáver arrojado a una de las alcantarillas. De donde sus amigos lo recogieron, y, dieron sepultura en una de las muchas tumbas excavadas en tierra. Jamás pensó nadie que había muerto, por confesar a Jesús.

Ese era el secreto que casi se lleva guardado a la tumba. Si no fuese por un joven esclavo;  que se entero de todo; y, lo contó a su familia;  así, de boca en boca. la historia llego a la viejecita que me la contó.

La Sangre de los mártires es siempre semilla de nuevos cristianos.
Fin

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