lunes, 1 de abril de 2013

Un padre y su hijo

Un padre y su hijo(un relato de Jesús y San José )

Esta historia comienza hace más de 2000 años.
Los protagonistas son un hombre y su Hijo.
Es el mes de Nisan. El mes en que se come la Pascua. Y, los dos han ido, a realizar las compras necesarias para la fiesta. De paso; talaran unos árboles en el monte. Porque el hombre que se llama José es carpintero. Y, el chaval que tiene ya 13 años. Su aprendiz.

Caminan durante un rato en silencio.

José con sus ojos. del color del mar. Su tez morena, su porte erguido. Con ese orgullo de su raza; bañado de la humildad que da Dios a sus elegidos.

Va pensando en todas las cosas que han pasado en su vida.

En la suerte que ha tenido al enamorarse de una mujer como María; de haber descubierto.

Que el amor no necesita clavarse en la carne; aunque si hacerse carne;  sus ojos se fijan en el adolescente que va a su lado; correteando como un chiquillo.

Mirando con sus ojos del color de la mar,  las diminutas bestezuelas, las piedras. “Cómo si estuviera descubriendo el mundo.

Como si todo aquello; no lo hubiera hecho El mismo”; si Él mismo, porque aquel Niño, es el Hijo de Dios ahora; hecho Hijo de José; convertido en un adolescente más.

De pronto echa a correr, y, vuelve junto a José. “abba”(papi). Mira esta ardilla tiene una pata rota. ¿La puedo llevar?.

José, sonríe, como cualquier padre. “no, claro que no. ¿Tú,  que te has creido que nuestra casa es el arca de Noe. Para que María,  tu Madre nos eche a los dos de casa?”.

Pero, papá(insiste el Niño) esta herida. Y, la comerán las fieras. “déjame que la lleve, anda”

José.- Que no. Te he dicho. Debes obedecer Jesús. Ya se que lo haces siempre.

Jesús besa, a la ardilla, y, la deposito de nuevo en el suelo. Su corazón de adolescente hubiera querido llevarla a casa. Pero sabe que por encima de todo debe obedecer.

Para demostrar que acepta el mandato de José, se aferra a su mano.

El mundo sigue su curso. Acaba de producirse algo inaudito. Dios ha obedecido a una criatura. El Señor, ha aceptado la orden del siervo. Pero como en la mayoría de las cosas que hace Dios. Nadie se ha enterado.

Jesús.- papá. ¿Este año celebramos la pascua en Nazareth, verdad?

José.- Así es. La celebraremos con María, y, su esposo Cleofás, con sus hijos Tadeo, Simon, y, el pequeño Santiago. hay que ver como lloro, ayer en su circuncisión.

Jesús.- abba. ¿Te acuerdas, de cuando fui circuncidado, llore mucho, te di pena?

José.- Ningún padre olvida un momento tan sagrado. Y, si lloraste, eras un Niño muy llorón. Y, no. No me diste pena;  también yo había sido circuncidado
 Todos lo fuimos, desde que el Eterno lo mando a Abraham nuestro padre. Y, no olvides que hay que cumplir las tradiciones de los mayores.

Jesús.- si abba.¿ Pero no te parece, que podemos caer en una rutina.?

José.- sí, Hijo. Pero no por ello hemos de incumplir la ley; simplemente deberemos cumplirla de corazón. Como sucede con la Pascua.

Jesús.-. A, mi la pascua me da pena, y, miedo. Es como si algo dentro de mi, me dijese que un día yo seré "la pascua".

José.- Que crió eres. Hijo. Tú,  la Pascua. Tú,  un Cordero. No me lo imagino. Tú muriendo para darnos La vida.

 No Hijo, yo quiero que vivas siempre. Que me pase a mi lo que sea. Pero a Ti no mi Niño. (de pronto, José se queda absorto, como si hubiese dicho una blasfemia);  se seca una lagrima, y. dice.

Si es que Yahvé no dispone otra cosa. Él siempre. Primero. Pero Yahvé en aquel momento, estaba entretenido en enseñar a bailar a un saltamontes.

Y: es que Yahvé. El Eterno el intemporal tenía entonces 13 años. Y, los estaba disfrutando. Luego Yahvé. Ahora hecho Niño de Nombre Jesús. Volvió hablar

Jesús.- Papá. ¿Verdad que es triste, tener que matar al corderito?.

José.- Sí por ti fuera. Comíamos sólo huevos, y, verdura. Menos mal que tu Madre no te hace caso.

Jesús.- y, lentejas. El otro día me gane un tortazo, por no acabar mi ración. Pero es que no me gustan. Pero lo que me dolió, no fue la bofetada; fue, el haber disgustado a mamá.

Yo quisiera que no sufriera nunca por Mi, y, siento que voy hacerla sufrir mucho. Y, no me gusta papá.

Pero volviendo a la fiesta de la pascua, ¿Tú crees que Dios mando la muerte a todos aquellos egipcios, que no tenían la culpa de lo que hacía el faraón.

¿ Dios no es así, vengativo, cruel?.

José.- No hijo yo no lo creo. Seguramente morirían por la peste judíos. y, egipcios. Pero nuestros padres fueron liberados por la sangre de la esclavitud. De la idolatría. Conducidos a la tierra de Israel. Y, los que murieran de los nuestros verían su muerte como algo natural.

Es la conciencia del hombre, la que lo castiga en el Nombre del Todopoderoso. No lo olvides Jesús.

Jesús. Liberados de la esclavitud. Sin embargo seguimos siendo esclavos. Y. no pienso en Roma. Sabes yo voy a ser El Libertador.

José. Tu vas a ser El Cordero Pascual, el Libertador, Tú,  tienes un corazón que un día te va estallar en el pecho. Sólo te falta decir que te vas a dar de comida.

Jesús. Tengo que pensarlo, pero no estaría mal. Y, me quedaría para siempre con mis amigos, pero eso lo tengo que pensar.

José sonrió. Lo que se le ocurre a un adolescente. No se le ocurre a nadie más, “darse de comida”, bueno las travesuras de Jesús. Que no maldades. Porque era el Niño ,más bueno que había visto nunca. Eran de fama mundial, como sus ideas. Pero lo de pensar en darse en comida”.

Al poco tiempo, llegaron al bosque, padre e Hijo talaron los árboles. Que a la mañana siguiente vendrían a buscar con la ayuda de otros hombres. Árboles, que servirían para hacer camas. Mesas. Bancos.

Pero que los romanos usaban también para hacer cruces. El instrumento de muerte, y, tortura más cruel, en el que suspendían hasta la muerte a los nacionalistas judíos.

Jesús.- Papá ayer vi a un crucificado. Fue cuando venía de hacer un recado de mamá. Me dio mucha pena; me hubiéra gustado aliviarle

José. No te habrás acercado. Recuerda. Que aunque no debemos juzgar a nadie, la ley los declara malditos. Dicen que cuando un hombre es justo; Dios no permite que muera así.

Jesús.- Y, si ese Hombre tiene sobre si, todos los pecados del mundo. Entonces Dios lo permite. Te lo digo Papá, porque me dio la impresión, de que yo a lo mejor un día muero de esa forma, aunque algo me dice; que yo voy vivir siempre.
José.- No hijo, La Cruz es para los impíos. Para los pecadores. Aunque a lo mejor algún inocente va a ella. Pero tu. Mi Niño no. La humanidad aún no ha caído tan bajo.
El muchacho callo, pero sus ojos profundos se llenaron de lagrimas, y, un temblor seguido de un sudor frió sacudió su cuerpo adolescente. Fue como un presagio de muerte. Pero también de Resurrección.
Jesús.- Mira papá están cavando en la roca. No te parece que trabajan de más. Yo pondría los ladrillos encima, y, haría la casa, sin cavar nada. O mejor la haría en la arena. ¿A qué soy original?
José.- Síi mucho. Una casa sin raíces, y, a la menor embestida del mar de Galilea. Se va la casa flotando por las aguas. No Jesús. Hay que cimentar sobre roca. Para que a la casa, no la derribe el viento.
Y, así paso a paso llegaron a su hogar en Nazareth, donde María la esposa de José, y la Madre de Jesús los aguardaba en la puerta para ofrecerles un trago de agua fresca.
Jesús. (corriendo hacia ella). Mamá, estuve a punto de traer una ardilla coja pero abba. No me dejo.
Maria. Hizo muy bien jovencito. Con tu cariño por los animalitos vamos a tener que hacer otra casa. Y. ahora anda. Entra dentro y lavate. Vamos a comer. Y tranquilo no hay lentejas.
Han pasado los años. José descansa ya en la morada de los bienaventurados. Y. Jesús. Ahora el Rabí de Nazareth dice a sus seguidores. “Que el hombre, que no cumple sus mandatos, es como él que hace su casa sobre arena.” Y, al hacerlo, sus ojos se humedecen al recordar a su querido abba José.
Y. un día logra hacer su sueño de adolescente, y, con un poco de pan, y vino. Se convierte en comida para todos sus amigos. Y. les da el poder de renovarlo. Para estar siempre con ellos.
Y; al otro día de aquello, es hecho maldición para que todos seamos bendición, y cargado con los pecados de todos es crucificado.
Pero como soñó de adolescente. Sólo tres días lo domina la muerte.

Fin

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