miércoles, 3 de abril de 2013

La Hucha


Luisito echaba una moneda de cinco  pesetas; cada domingo, en “su cerdito”; es decir en su hucha; porque en 1960 a los niños, no les daban euros, que no existían, si no pesetas la moneda nacional, la nuestra porque el euro, bueno, no voy hablaros del euro, ni de la peseta tampoco, aunque lo parezca, el caso es que cuando 5 pesetas se juntaban en una sola, se denominaban duros, 1 duro, ó, 5 pesetas, que era mucho dinero; los niños, y, las niñas de entonces eran, éramos muy ahorradores, y, aunque a veces los papas permitían gastar un poquito, el caso es que la mayoría, como sucede en el caso de este cuento, esa moneda se metía en un cerdito, si en un cerdito, para ello, el marranito tenía en su lomo una ranura, y, es que era una hucha de barro, con esa forma, otras tenían forma de botijo, el dinero se podía meter, pero para sacarlo, había que romper la hucha, y, de eso, se encargaban los papás, cuando era necesario, o, cuando estimaban que ya había una cantidad que podía ser llevada al banco, sin que al bancario le diese la risa.

Pues bien, a lo que íbamos, Luisito, echaba su monedita cada domingo, y, algún que otro día, si sus padres tenían visita, y, esta tenía un detalle con él.

Lo hacía contento, porque estaba ahorrando para comprarse, un tren eléctrico, así que no le costaba nada, echar la moneda, bueno si un poco, pero el esfuerzo valía la pena

Hasta aquel día, en que escucho a Remedios, a todo esto, Remedios, Reme como la llamaban en su casa, era la empleada del hogar, entonces se llamaban domesticas, o criadas, nunca entendí ningún nombre, lo de domesticas, sería porque no eran salvajes, y, lo de criadas, por qué ya estaban criadas, el caso es que aquella chica había venido del pueblo de la montaña, era muy pobre, aquella mañana, estaba llorando como una desconsolada, su padre según decía el telegrama que “su señorita”;  le acababa de leer, porque Reme, no sabía leer, su padre estaba muy enfermo, tenía que operarse de urgencia, y, ella no tenía dinero para costear la operación, si sólo tuviese 300 pesetas, Luisito, lo escucho, y, lo primero que se le ocurrió fue romper su hucha, su cerdito, allí había tan sólo 125 Ptas; pero ya faltaba menos, con ese dinero, fue corriendo junto a Remedios, y, le entrego el dinero, diciéndole que era para ayudar a su padre, que ya se lo devolvería cuando pudiese

Reme, lo regaño, le dijo que no debía haberlo hecho, y, se fue corriendo junto a la señora la mamá de Luisito, la pobre chica, no sabía como explicarse como si ella tuviese la culpa

Doña Asunta, llamo a su hijo, le dijo que un niño no debe nunca romper su hucha, pues el dinero es siempre de los papás, sin embargo él había demostrado tener un buen corazón, al compadecerse del dolor de otro ser humano, y, eso lo libraba del castigo que llevaría si hubiese roto la hucha para caprichos. Por supuesto el dinero no se lo iban a devolver, aunque ellos iban a correr con todos los gastos de la operación del padre de Reme, pero no iban a despreciar su colaboración

Eso sí, se iba quedar sin tren eléctrico, al menos tendría que empezar a juntar de nuevo

Luisito, protesto eso era un castigo, pero su madre le aclaro que no, simplemente lo había dado, y, no lo tenía, ellos no podían premiar esa buena acción, porque hay a acciones que sólo Dios puede premiar.

Aunque no sabía porque, Luisito se sentía muy contento, y, no echaba para nada en falta el tren eléctrico, que sabía tardaría en llegar, lo importante era el padre de Remedios

Y, el papá de Remedios se opero, y, salió muy bien de la operación, los señores de su hija lo fueron ver todos los días, porque era gente muy buena, y, cuando le dieron de alta, el Sr Remigio que ese era su nombre, vendió un jamón que tenía de uno de los cerditos criados en su casa, y, con ese dinero, compro un tren eléctrico, para un niño que soñaba con un tren, fue el mismo a entregárselo, y. Luisito se sintió más feliz que si lo hubiese comprado con sus ahorros, porque supo, que aquel tren venía del mismo Dios

Fin

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