lunes, 26 de agosto de 2013

El Safarí

Safari
 Nunca he tenido suerte en ningún tipo de sorteos, así que cuando aquella mañana; respondí al teléfono medio dormida, era incapaz de creer; lo que me decía, la persona, que estaba al otro lado de la linea.

Me había tocado; un premio consistente en un viaje;  para dos;  un safari a África.
Pensé en una broma; aunque no tarde,  en aceptar la realidad: por fin la suerte me había sonreído; ahora tenía que, elegir el amigo, o amiga, que me iba acompañar; no fue fácil, no todos compartían mi ilusión, por los safaris; y recuerdo a mi mejor amiga;  Sara, mirándome muy seria; y, diciéndome, “te pesará, eso no es para ti”; ni que decir tiene, que no le hice caso
 Una semana más tarde me embarcaba en el avión, junto  con otras personas y, mi acompañante,  Antoine, un joven francés, hijo de una compañera de trabajo; el viaje en el avión fue horrible, debido a mi miedo, que casi contagie al resto de los pasajeros; pero por fin estábamos en nuestro destino.

Llegamos de noche, y, nos trasladamos en Jeep hacia el hotel; me impresiono la belleza del sol, reflejándose en los lagos, y, ese color peculiar de África, que hace que uno, “toque a Dios”

El hotel era como cualquier hotel de Europa, no dormí bien, no podía dejar de pensar, en las personas que, no lejos de allí malvivían en chozas, a todo eso, se sumo el rugido de los leones, las voces de las criaturas santas, y, buenas del Señor.

Me despertaron a eso de las 5 de la madrugada; bueno, despertarme es un decir; porque no había dormido, proteste yo había ido de vacaciones, debería poder levantarme, cuando quisiera, pero el guía me recordó, que en efecto podía hacer mi voluntad, pero aquello era un safari;  y, los safaris no se hacían durmiendo, así que yo misma

Me vestí deprisa, después de una ligera ducha,  tome el desayuno que me sirvieron,  el resto de acompañantes, me esperaba en el vestíbulo del hotel;  nos montamos en el mismo; Jeep que nos había traido

Los animales, jirafas, elefantes, garzas... desfilaban ante nuestros ojos; de pronto,  oí una voz a mis espaldas; ahí están, gire la cabeza, y,  los vi;  una familia de leones, siempre adore los felinos,  fuertes, libres, recios, sometidos sólo, a Dios que los creo, con un amor sincero, no aduladores... Si, ya sé, que les estoy aplicando atributos humanos.

 ¿Pero no lo hacen acaso con los humanos aplicándoles cualidades de bestias?

El ver los grandes felinos, de los que dice la Biblia, piden a Dios su alimento, me hizo bendecir al Creador de todos los seres,  e, internamente recitar el Cántico de Daniel,  el macho con su hermosa melena;  estaba devorando, un animal muerto que la hembra había cazado.

“Buen ejemplar” grito una voz a mis espaldas,  me volví, y, vi a los 4 hombres que nos acompañaban subidos al Jeep, con sus rifles en la mano; les pregunte qué iban hacer

“cazar”; me respondieron
No,  no, mientras yo pueda impedirlo, ese animal no ha hecho nada, su muerte, no, nos vale para nada, me opongo a ese crimen

Vamos no seas cursi, dijo mi acompañante; será un bonito trofeo

Será un trofeo de muerte,  este animal es un trofeo, así vivo, corriendo, cazando, luchando, y, matando por vivir, que él no lo hace por otra cosa
Salte del coche, dispuesta a ponerme de barrera entre la fiera, y. los cazadores,  me hicieron subir a la fuerza, no podían arriesgar mi vida; dejando que la fiera me atacase, no pude evitar que me subiesen al Jeep, y escuche el disparo de muerte, vi caer herida aquella criatura, y, vi el dolor de sus hembras, de sus cachorros, y, maldije en mi interior al ser humano, al peor depredador de la especie.

No quiero que piense nadie, que soy contraria a la caza, no yo admiro a los cazadores, a los cazadores honrados, y, honestos que con sus perros van a cazar, en el tiempo en que no dañan la naturaleza;  y, que cazan para comer; que se alimentan con su caza, pero a los criminales, porque no puedo darles otro nombre, que cazan un animal para colgar su piel, o adornarse con sus colmillos los desprecio

Al día siguiente, dije que  deseaba regresar a España; no fue posible, y, tuve que quedarme allí, en África; pero no participe en ningún safari más

Cuando regresamos, fui a la comisaría a poner una denuncia, el comisario, me escucho pacientemente; pero me dijo que nada podía hacer

Es una injusticia

Si, señora es una injusticia,  pero no es la única, las peores son las hechas contra los seres humanos.

 ¿No cree?

Si, claro, pero a éstos nadie los mata, y, quien los mata es castigado

¿Usted cree?

Bueno, si lo encuentran

¿Usted esta segura? Yo no puedo hablar más;  y, en ese momento se puso de pie, y, se giro hacia la ventana,  mis ojos fueron con él; y, a lo lejos vimos la torre de la “abortería”( la clínica; nombre demasiado santo para un lugar de muerte) donde se mataban niños, y, madres, de unos el cuerpo de las otras el espíritu

Entonces comprendí;  si hay personas que, encuentran justificable el peor crimen, el aborto, como no  va a haber, personas que, encuentren justificable;   ir a África, sólo para matar animales inocentes, si no les da pena ni su propia especie.

Fin


No hay comentarios: