viernes, 30 de agosto de 2013

El asesino


Rubén, era un viejo soldado romano. 

Estaba, en Roma,  había llegado, hacía tiempo, del país de Judea,  se sentía, atraído, por la doctrina, de los cristianos, sin embargo, no se atrevía, a dar el paso, definitivo a buscar algún, nazareno, que le explicase, en que consistía,  á,  hacerse cristiano; y, no era, como podría, pensarse,  porque tuviese miedo, él sabía, que los cristianos, acababan, en la arena, del circo, o. clavados, en cruces;  eso, no le importaba, demasiado, no temía, a la muerte por el dolor, había sido soldado, y, lo habían herido, muchas veces, no, lo que temía, era a lo que, había después de la muerte, y, se decía que, el hecho de atreverse, a hacerse cristiano, sólo  podría agravar, su culpa, sus  culpas.


Y, no es, que fuese un monstruo, era un hombre sin esperanza, un hombre, que sólo veía, a Dios, como un tirano justiciero, porque, no había querido oír, que era, que es un Padre, todo Amor.

Aquella mañana, como tantas otras, se había levantado, muy tarde, y, mientras desayunaba, frugalmente, pues no tenía, para más con su querido, y, viejo esclavo Crispulo.

 Sintió, la necesidad, de abrirle a éste su viejo, y, gastado corazón.

Así más, o, menos empezó su historia.

“ Yo, entonces era, muy joven, vivía con mis padres, en Israel, porque como sabes, soy judío, bueno, ahora no soy nada; siempre había rezado, por la venida del Mesías, y, era un joven observante de la  Ley de Moisés, trabajaba en el campo con mi padre, pero un día, oí hablar de que, los soldados a las ordenes de Herodes, ganaban más dinero, y, la ambición me cegó, mi difunto padre, me dijo:

 “Que, no estaba bien, que un judío, fuese a servir como soldado, al lado de paganos, que adoraban, a dioses de piedra, y, leño, ni a servir, a un déspota, como Herodes”

No, le hice caso, consideré que, aunque joven, ya era mayor, para tomar mis decisiones y, además, yo no iba a adorar, a los ídolos, iba a ser soldado.

Durante dos años, todo fue normal, y, hasta mi padre, empezó a pensar, que tal vez habría exagerado, pero luego llego, aquel día, aquel maldito día


Herodes, nos convoco a todos, y, nos dio la orden, más criminal que, pueda salir de labios humanos, nos mando, asesinar a todos los recién nacidos, a todos los niños; menores de dos años, en Belén de Judá, con el propósito, de acabar con; “el Rey de los judíos”; que unos extranjeros, le habían dicho, que acababa de nacer, es decir; “con el Mesías”.

 Nos prometió, al ser un trabajo extra, una buena paga, hubo compañeros que se escaparon, para no hacerlo, muchos que, oficialmente eran idolatras, pero que, con su conducta, demostraron adorar, en su corazón, aunque no lo supiesen, al verdadero Dios, otros, me propusieron que, matásemos, a Herodes, era un monstruo, un tirano asesino, nuestra fe, no se oponía, pero yo, me negué, consideré, que me vendría bien, ese dinero, y, que total, sólo se trataba, de sacar del medio, una docena de críos, y, que el Mesías se defendería sólo cuando viniese.


Aún ahora, cuando cierro los ojos, escucho los llantos de los bebes, los gritos de las madres, cogí aquel dinero maldito, y, seguí a las ordenes de Herodes, la conciencia aprendí, acallarla con el vino, y, las prostitutas, al morir Herodes, quede al servicio de sus hijos, bueno en concreto, de Herodes Antipas; el trabajo era fácil, lo que me alegraba, pues ya no era un mozo, hasta que fue detenido aquel; “pobre loco, que ni; más ni menos que, se había atrevido, a denunciar la conducta inmoral, del  tirano, a decirle que, no debía tener, la mujer de su hermano; aunque parezca raro, Herodes, le tenía, “ cariño”, bueno, todo el cariño que, una fiera puede tener, pero su amante, era una harpía, una nueva Jezabel, y, un día, se las apaño, para que, lo mandase decapitar, y, me lo encargó a mí; yo sabía que, debía negarme, que debía ayudar, a huir al reo, pero no tenía ganas, de problemas, ni de complicarme la vida, así que añadí, otro crimen a mis crímenes, otra pesadilla a mis noches.


Al poco tiempo, fui despedido, por Herodes, y, unos amigos romanos, me presentaron a Pilatos, este no era mal hombre, sólo un cobarde, y, así llego aquel día, yo era uno de los encargados, de vigilar, y, realizar tres ejecuciones, de dos peligrosos criminales, y, de,  “un pobre loco, que se había declarado ,Hijo de Dios”,  me ensañe con Él, yo fui, él que tuvo, la idea de la corona de espinas, él que ordeno, el sorteo de su túnica, él que clavo sus pies en la,  Cruz, él que se burlo; él  que  jugaba, a los dados, mientras; Él agonizaba, su sangre, me salpico varias veces, pero no me conmovía, lo oí pedir perdón, y, en mi interior sólo, brotaban blasfemias, otra pesadilla más, que seguí apagando, como siempre, al cabo de unos días, oí hablar de que, había resucitado, de que era el Mesías, pero me negué a creerlo, pues de haber matado a unos hombres aún podría excusarme, pero de haber matado a  al Hijo de Dios, no podía esperar misericordia, además, me había enterado, que Él era uno, de los niños que, debiera haber muerto en Belén, pero que sus padres, avisados, no sé por quien, habían huido con él a Egipto, y, así se había salvado, hasta que yo, le di muerte, en el nombre de Pilatos; luego como, recordaras vinimos a Roma, yo iba malviviendo, del dinero que, cobraba de los banqueros.

 Hasta que, al anterior emperador, Nerón, se le ocurrió prender fuego, a Roma, y, acusar. a los nazarenos, se buscaba al jefe,  que dirigía, el grupo un antiguo discípulo del Hombre, que yo había asesinado, se llamaba Pedro, yo sabía donde estaba, y, por ganarme, unos denarios lo denuncie, y, lo hubiese crucificado, si me hubiesen pagado por ello.


Otro crimen más, otra pesadilla.

 Ahora sé que, aquel Hombre, era el Enviado, sé que era el Hijo de Dios, sé que, su Doctrina es el Camino, pero no puedo hacerme cristiano, porque, soy indigno, no puedo pretender, el perdón de Dios, el hacerme su hijo, yo, que mate su primogénito, Dios, no me puede perdonar.”


Crispulo, miro a su viejo amo,  se levanto, y, le puso una mano en el hombro, le seco las lágrimas, que bañaban su rostro, y, le dijo:

“ Rubén, no te llamo amo, pues soy cristiano; y, no reconozco más amo, que al Señor Jesús, sólo hay un pecado, que Dios no puede perdonar, y, no es ninguno de los que has cometido, si, no el no, confiar, en su Amor, el Hijo de Dios vino a la tierra para salvar a cada hombre, que, acepte su salvación, vino a enseñarnos que, Dios es Amor, que es nuestro Padre, Él nos ama, y, murió, perdonándonos, y, Resucito, para que tuviésemos vida, en el Cielo en la , Casa del Padre Dios, tienes, muchos amigos, pidiendo por ti, sí estas arrepentido, de tus crímenes pasados, si estas dispuesto, a confesar a Dios con tu vida, si crees que, Jesús, al que ejecutaste, es el Hijo de Dios, yo puedo bautizarte, el agua, por los méritos del Señor Jesús ,borrara en ti, todo pecado, toda culpa,

¿Quieres, bautizarte Rubén?”

“Quiero,  respondió temblando

Crispulo, lo bautizo, derramando sobre su cabeza un vaso de agua, y, pronunciando las palabras santas,

 “Yo te bautizo Rubén, en el Nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo”

Aquella noche,  ya no tuvo pesadillas, al contrario sus sueños, fueron felices, era un hombre nuevo, más que un hombre, un niño recién nacido, unos días más tarde, salió en defensa de una mujer, que era maltratada, por un soldado, éste replico, que la mujer merecía ser castigada, por insultar a los dioses:

 ¿A qué dioses?. Sí, no hay más, que un único Dios. El soldado, lo golpeo con su espada, y, como ya era viejo, Rubén cayó muerto.


A la noche, lo encontró, Crispulo, quien lo recogió, y, le dio sepultura, lo hizo calladamente, pues sabía, que todos pensarían, que había muerto, a causa de una de sus borracheras, aún,  no había tenido tiempo, de notificar su conversión, pero mientras lavaba su cadáver, le pareció que, le sonreía, y, que se había vuelto un niño.


Aquella noche, Crispulo, tuvo un sueño, vio unos campos bellísimos, como no puede imaginarse nadie, y, un niño muy hermoso que, jugaba junto a una fuente rodeado de otros niños, de pronto, en el sueño, el niño se volvió y, le dijo:

 “No,  es un sueño, Crispulo, tenías razón, Dios es Amor, aquí estoy; con  todos mis hermanos, y, amigos, gracias a ti, de asesino, llegue a hijo de Dios”
Fin


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