jueves, 21 de junio de 2012

El cartero


El Cartero


Marcelo. Recibió un aviso; para presentarse, en casa, del prefecto de Augusto. Sabía que cuando: lo avisaba, es que algún mensaje; urgente tenía que llevar, pues su oficio era; de mensajero, o, cartero del emperador.

Aún era, de noche, y, apenas tuvo tiempo de solicitar la protección de los Dioses; aunque cada vez creía menos en ellos, pero por otro lado, no se hacía a encontrarse sólo en el mundo, aunque tanto Júpiter, como Juno su esposa, como.... de pequeña protección valían; aparto como pudo de su mente, aquellos pensamientos blasfemos, no fuese ser, que el “ Padre de todos los dioses se enojase, y le arrojase, un rayo en el camino, o lo hiciese andar perdido durante años, como dicen que hizo con el griego Ulises.

Ensillo a toda prisa su caballo, y. al cabo de un rato, que se le hizo eterno, estaba en el domicilio del Prefecto, éste era un hombre afable, culto, y. bondadoso con sus esclavos, lo que no solía ser muy común.

Marcelo, le dijo, tienes que llevar este correo, que ha llegado de Roma, y, del que te he hecho unas cuantas copias, tantas como ciudades hay; en ese pueblucho, llamado Judea.

Atiende bien, deberás pegarlas en las murallas, entregarlas a los vecinos, seguramente, pero qué se enteren bien, de lo que quiere el Emperador

¿Y qué quiere? Se atrevió a preguntar Marcelo, que no comprendía, que interés podría tener Augusto, en aquel pueblo raro, que adoraba un solo dios invisible.

Pues lo que quiere, respondió el prefecto, es jugar un poco con ellos, y sin pedir permiso a su dios, claro que seguro que su dios; no se molesta, porque el César si es un Dios, y están con él todos los Dioses del Olimpo, la idea es que cada familia se trasladé al lugar de donde es originario, el pater familias; ya veras cuantos quebraderos de cabeza, se van armar

Pobre gente”

Vamos, no dirás: que te dan pena, ¿sabes, como nos llaman? Perros, si perros, así nos llaman

Marcelo marcho aquella misma noche. La sede del Prefecto; para lo que hoy llamamos Oriente medio, estaba en Damasco, y al cabo de unos cuantos días por fin, logró entrar en Judea, su primer destino fue a Nazaret, pueblo cuya existencia ignoraba; clavo 1 de los bandos en la puerta de una casa, pero el ocupante de la misma, lo rompió, y, si no escapa le rompe todos los huesos.

Al fin diviso una mujer que; estaba lavando, al percibir su rostro vio que era prácticamente una niña, así que trato de recordar el poco arameo que había aprendido, pues estaba seguro de que ella no sabía nada de latín, y la llamó.

Eh tú, muchacha, eres de aquí, escucha
La joven se levanto, dejó a un lado la ropa con el jabón encima
En ese momento, Marcelo descubrió su estado

Disculpad, señora, os tome por una jovencita, dónde esta vuestro esposo

La mujer sonrío, soy una jovencita, aunque vaya ser madre, tengo 16 años, nada más, preguntas por mi esposo; pues debe estar en el taller es el mejor carpintero del mundo

Tú quién eres

Soy Marcelo, y, traigo unos avisos para todos del Emperador, cómo sabes todo pertenece al César

No, eso si que no, el Único Dueño de todo es Yahvé, El Dios de Israel

Marcelo calló, porque no tenía ganas de discutir, él había venido, a lo que había venido, y, después del incidente con el primer nazareno que se encontró; ni con una embarazada se arriesgaba.

De pronto, la muchacha dijo, no te dije mi nombre, me llamó Maria, mi esposo es José, ven acompaña me a su taller esta aquí cerca en nuestra casa

El esposo de Maria, era un muchacho; sólo un poco mayor que ella, fortachón que, le recibió como sí le conociese de toda la vida le ofreció una banqueta, para sentarse. Y, un trago de vino; sólo cuando, su visita hubo descansado un poco, le pregunto José, el motivo de su visita. Fue, entonces cuando...

Marcelo, abrió uno de los bandos, y leyó la orden del Emperador

El César se equivoca, dijo José, queriendo jugar con el pueblo de Dios.

Os aconsejo que obedezcáis, a mi también me parece una orden injusta, pero no hay porque poner la vida en peligro, si acaso puedes dejar a tu esposa aquí

¿Quién yo? No, yo, voy donde vaya mi marido, que para eso me case, marido y mujer no pueden separarse hasta la muerte

¿Hasta la muerte? Ay las mujeres, ¿ y quién te ha dicho eso?; Pregunto, José sonriendo a su joven, y, bella esposa

Pues dijo, ésta, mientras se acariciaba el vientre, ya muy abultado, “ me lo esta diciendo éste, que vaya día lleva”. Luego añadió iré donde vaya. Y, este José

Bien, cómo queráis, pero obedecer al Emperador

No, replico José, somos descendientes de David, no vamos obedecer al Emperador, pero si vamos a cumplir ese bando, porque si Dios ha permitido que el Emperador, lo escriba: y. tú vengas aquí con él es porque: ahí esta su voluntad para nosotros, él sabrá porque no quiere que mi hijo, nazca en Nazaret; si no en Belén

Marcelo contó el altercado; con uno de los vecinos del pueblo, y, José le dio ropa suya vieja, para que pudiese salir de Nazaret, sin ser apedreado.

Lo que sigue lo sabemos todos, el César pretendía jugar con el pueblo de Dios, y, era Dios quien jugaba con el César, el Mesías el Niño que; la jovencita Maria, llevaba en su seno nació en Belén, como había predicho Malaquías

Y paso el tiempo, un tiempo largo, muchos años.

Marcelo envejeció, nunca pudo olvidar aquel jovencísimo matrimonio, ahora Marcelo ha venido a pasar unos días en casa de un amigo centurión que tiene en Jerusalen, este le cuenta que hace poco, que ha abrazado el Camino, al principio, Marcelo no lo entiende, entonces, Cornelio, le habla de cómo oyó, hablar de Jesús, de su Resurrección, de su encuentro con Simón Pedro, que esta en el lugar de Jesús, hasta que Jesús vuelva que dicen algunos va ser muy pronto

Marcelo escucha a su amigo, ensimismado, su amigo ha rechazado los Dioses, porque según él sólo hay un dios

¿ y conociste a ese tal Jesús?, Pregunta, Marcelo, a su amigo. Quien le responde.

Sí, curo a uno de mis esclavos; paralítico, es un Hombre bueno, además de Dios, lo condenaron injustamente a morir en la Cruz, pero resucito, todos le llamaban “ el nazareno” porque aunque nacido, como me enteré más tarde en Belén, a donde se trasladaron sus padres por el famoso censo de Augusto, se crió en Belén “


Marcelo, se queda pensativo, se rasca su cabeza ya calva, y, luego dice

Así recuerdo, yo lleve ese mensaje; recuerdo que sólo fue amable conmigo un joven matrimonio que esperaban un hijo para muy pronto; espero que si era tu amigo, y, señor, no se enoje con este viejo, pero sinceramente, no veo mucho poder en tu nuevo dios; y, en su padre, ni siquiera pudo escoger donde nacer, y, su madre encinta tuvo que irse a parir a unos cuantos kms.”

Te equivocas Marcelo, fue Dios, quien jugo con el Emperador, el Mesías Jesús tenía que; nacer en Belén, la cuna de David, así estaba profetizado, y, si no fuera, por la orden de Augusto, no hubiera podido ser, Augusto fue el juguete del Altísimo

Marcelo callo, luego dijo, puedes explicarme todo esto con más calma

Cornelio, se tomo todo el tiempo

Cuando Marcelo marcho. ya era un hombre nuevo, un hombre joven que había echado de su corazón a los ídolos, y, lo había abierto al único Dios; y, con la alegría de saber que la jovencita que tan bien lo había tratado, era ni más ni menos que la Madre de Dios

No tardaría en dar testimonio con su sangre, por orden de un prefecto de Claudio, no tan bondadoso como aquel viejo prefecto. Que un día ya lejano la mandara, a Nazaret, a ordenar un censo

Fin




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