martes, 15 de enero de 2013

El soldado del sepulcro

Su, nombre era, Vinicio Marcus. Soldado,  de la décima legión romana. Afincada en Jerusalén.

 Había tenido que, asistir a la ejecución,  de tres desgraciados. No, le gustaba ver crucificar a nadie. Y, menos tener que hacerlo. Era una muerte demasiado cruel. Aunque, los  reos fueran culpables; y, por lo que  se veía, en aquel caso, no había duda

Pero,  él no estaba; seguro de  ello.


Por si fuera poco; los engreídos del sanedrín judío;  y, los sacerdotes,  les habían pedido que, custodiasen la tumba, de uno de los reos. De un judío llamado, Jesús acusado de rebelde, a Roma y, de blasfemo.


Era la petición más absurda que oyera, jamás.

Guardar una tumba.

¿Y, para que?

. Pues según aquellos individuos. Para evitar que, los seguidores de aquel infeliz. Fuesen a robarlo, y, dijesen que había resucitado.


Sus seguidores, e los que durante la ejecución: huyeron, como  gallinas”,  Vinicio no vio a nadie.  Sacando a unas pocas mujeres, y, a un chiquillo, que se refugiaba en las faldas de una mujer; la cual le,  dijeron, la  madre de uno, de los ajusticiados, de Jesús, aunque, por la forma, en que abrazaba, al chiquillo,  apenas un adolescente, pensó, que lo sería madre de ambos


Se trataba, de una mujer muy bella. Y, muy serena. Pese al gran dolor; que como es natural, estaba viviendo.

Los compañeros,  de Vinicio le informaron de que, Jesús tenía. Otros seguidores. Pero que lo abandonaron cuando fue detenido. Incluso uno de ellos, que ya se había ahorcado fue quien lo entrego. Y. otro un tal Simón, al que no se sabe bien porque, Jesús llamaba Pedro. Juro y, perjuro,  que no lo conocía.


Así, que no se arriesgaron, por su; líder, cuando estaba vivo, lo iban hacer, ahora, por un cadáver; desde luego que no; pero si el sanedrín, quería tirar el dinero de los judíos, a, él no le importaba, sobre todo, si una parte, de ese dinero, iba a su bolsa, sería el dinero mejor ganado.

Al principio la vela, y, guarda del sepulcro, paso, sin incidencias, jugando a los dados,  calentadose al fuego, y, bebiendo, con sus compañeros, pero sobré las 4 de la madrugada;  Vinicio noto, que el sueño quería apoderarse de él, lucho como pudo, pues sabía que la pena por quedarse dormido, en un puesto de guardia, era muy dura, aunque aquí nada podría pasar. De pronto,  se sintió empujado de un sitio a otro. Era un terremoto. Con cuidado puso su espada, en el suelo para no clavársela. Y, ayudo a levantarse a un compañero que, se había caído; una luz inmensa, una luz que nunca había visto.


Lo inundo todo, Vinicio, trato en un principio, de cerrar los ojos. Para que el resplandor no lo cegara. Pero algo desconocido, le llevo a mantener. los ojos abiertos y, a dejarse penetrar por aquella, luz ; que entraba en su alma,  en su corazón, y. derribaba los ídolos.

Para que sólo el Dios de Israel, ese Dios, del que tantas veces se había reído. Llenase su alma. Para que, sintiese que en verdad, el crucificado, cuya  tumba custodiaba era el Hijo de Dios.


Cayo de rodillas y exclamo ¡Te adoro Señor¡

Sus compañeros, vinieron a decirle que, tenían que entrar dentro para ver lo sucedido,  seguramente, el cuerpo, se habría caído con el temblor.


Movieron la piedra, con mucho esfuerzo, y, entraron en el recinto. El primer soldado exclamo no esta aquí.

Pero otro. Se apresuro a corregirlo. “fíjate en el suelo. Ahí lo tienes” se cayó como habíamos previsto


Vinicio,  se acerco. A lo que, su compañero había tomado, por el cadáver, y, observo. Que sólo estaban, los lienzos la sabana, y, paño con el que le habían envuelto, la cara.


No lo entiendo, fueron sus palabras. Pero si lo entendía.


No, nos hemos dormido, y, nadie ha entrado De haberlo hecho, la piedra estaría corrida.
Y, además; para qué,  iban a dejar esto así, parece que se evaporo.


Ha resucitado, tenemos que decírselo, a los de su pueblo que nos encargaron custodiarlo.


Pero cuando, lo dijeron,  les dieron dinero, y, les encargaron, dijesen, que sus discípulos habían robado el cuerpo.
Todos aceptaron,  menos Vinicio, él no sería cómplice de una mentira. El sabía que aquel hombre estaba vivo. Por eso había visto aquella luz.


Le aconsejaron prudencia. Que a lo mejor era, verdad lo que decían los senadores judíos. Hay gente, que tiene, la facultad de convencerse de lo que quiere.

Cincuenta días más tarde. Vinicio, asistió al nacimiento de la Iglesia. Pero el no fue admitido, porque era gentil. Era uno de los que, habían crucificado al Maestro de los que,  habían guardado su tumba. Y, ellos los puros no podían relacionarse con él.


Vinicio, ofreció a Dios su dolor. En su corazón, se sentía, miembro de aquella Iglesia, pero tal vez tuvieran razón, él no era digno de ella.

Jamás,  volvería adorar a los ídolos. Él era, ya uno de los adoradores del crucificado, ó, mejor dicho del Resucitado.


Fue, llamado a Roma. Se negó a participar, en unos actos en homenaje, y. adoración a Júpiter.


“Yo solo adoro a Dios” respondió al sacerdote del ídolo


Este, le recordó que, era una orden. del Emperador Tiberio. Y. Vinicio respondió.

“Tiberio, no esta por encima de Dios. No se debe, adorar el leño, ni la piedra sino sólo al Creador de Cielo, y. tierra. Y, su Hijo Jesús”,


¿Quién es ese Jesús? Pregunto un funcionario presente.


“Uno de los reos, que fueron crucificados en Jerusalén, hace 3 años, por la pascua judía”

¿O sea que un crucificado es hijo de un dios? Tú, te has vuelto loco. Vinicio. Descansa y, mañana no repitas,  la escena ante el emperador. Puede costarte la vida.


“No importa morir. Cuando,  se sabe; que se va, resucitar”


Al día siguiente, repitió lo mismo ante Tiberio. Y, aunque el emperador pese a ser idolatra, no era mal hombre. No podía tolerar aquello. El Imperio se acabaría desmembrando y, ya se sabe, el deber de todo gobernante, es velar, por el bien público así que, Vinicio  fue condenado, a morir decapitado.


Sus ojos,  sólo vieron el reflejo de la espada, porque al instante; Alguien que reconoció enseguida, lo tomo de la mano.

Y, le dijo:. “Ven a conocer tu nueva casa.”

¿No estoy muerto? “

 OH,  no;( respondió Jesús) la muerte no existe.

Yo la maté,  en la Cruz.

En la tierra, nadie tomo a Vinicio, como un mártir simplemente. se supo que Tiberio había ordenado. la ejecución de un soldado rebelde.

fin

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