lunes, 21 de enero de 2013

El ático, y, la portería


En "la gran casa";  hay un ático, bueno lo de grande; es por decir algo; pues sólo tiene 4 pisos; y, lo de ático, también es pasarse buhardillas.  aunque no tengan, los techos demasiado inclinados

Allí vive, Doña Rosinda, una mujer mayor, que sólo sale, una vez al mes en compañía de su asistente social, a cobrar su pensión de viuda

Doña Rosinda, fue en tiempos una señora muy importante, con importantes relaciones sociales, por su esposo, militar fallecido en la División azul, según me contaron, por supuesto; como dice ella, con orgullo  de derechas de toda la vida


No suele recibir, visitas, sus viejas amigas, se han ido muriendo, unas tras otras, y. solo le queda una prima lejana, que cuando puede, la visita en Navidad, para pasar el rato, lee, aunque sus cansados ojos enseguida se nublan, y, tiene que abandonar la lectura.

Tiene fama de ogro, pero, es falso,  y. llora, y, reza y, hace su buena obra, de la que hablaremos más tarde, porque ahora, tenemos, que ir a conocer, a la otra protagonista de este relato

Se trata de,  Claudia la vieja portera, vive en el bajo, bueno la Sra. Claudia, viuda de un rojo, diría, Doña Rosinda, nosotros diremos “ un combatiente del bando republicano", prisionero, muerto en un campo alemán.

La Sra. Claudia, es mayor, como doña Rosinda, puede que 2 años más joven, es viuda, y, por un gesto de bondad, del propietario de la casa, que puso, la portería a su nombre, no tiene, que vivir en una pensión de mala muerte, ó, en un asilo

Aunque lleva tiempo jubilada, sigue, haciendo su trabajo, de portera, en la mansión, casi vacía

Sí, un periodista, le pregunta, algo relacionado con la política: parece su esposo resucitado

Todas las tardes, en vez de ir a la capilla, al rezo del rosario, va al súper, compra, media docena de huevos, 1 Kg. de azúcar; otras un queso, etc., también prepara, ó. bien unas croquetas, ó, tarta,  un caldo. Y, con sus piernas cansadas, y, llenas de varices sube, hasta el cuarto piso, para hacer, compañía a su “viuda facha” y, llevarle algo que comer, ó, merendar, porque con la pensión, que cobra, la pobre, apenas le puede quedar, para sus medicinas, y, el alquiler del ático


La Sra. Claudia, pide permiso. a Doña Rosinda; y, siempre le suelta aquello de “ me trajeron.... "aunque usted ya sé,  tiene de todo...; es posible, le gusten estos huevos caseros: ó, bien hice, una tarta, y, le traigo,  un pedacito”

Y, Doña Rosinda, que cuando habla, con su prima por teléfono, pone,  los que ella, sigue llamando "rojos"; peor que, lo hubiera hecho su esposo; la invita, a sentarse; y, acepta, los presentes, diciéndose, que la pobre Claudia, no tiene a nadie, y, sube para tener, un poco de compañía, y, ella Rosinda, prefiere, dejar la lectura. y. dar un poco de su compañía, a, aquella infeliz, que no tiene, culpa de las ideas de su esposo, ni de las suyas propias


Cierto, que lo que le lleva, le viene muy bien, pero aunque lo acepta, para,
no herirla, como se dice a si misma, siempre encuentra, un pequeño detalle, que darle
 piensa, que es ella, la que ayuda, a la Sra Claudia, y, por ella sacrifica, ó, cree hacerlo el libro, del que en realidad, sólo leería 2 hojas

La Sra. Claudia, vence su resistencia, a lo que ella llama ciertas clases, deja su rosario de la capilla, hay cosas más importantes, se priva, de unas pocas cosas, y, acepta el hacer compañía, a Doña Rosinda. y, que piense se la hace a ella

A la Sra. Claudia, le sale de dentro

Si un semanario ó, revista cristiana, buscase un vecindario, donde se viviese el Evangelio ,no se fijaría, ni en Doña Rosinda, ni en la Sra. Claudia

Pero Jesús, no piensa igual, porque es a Él. a quien hace compañía, y, admite pese a sus ideas políticas, en su casa. Doña Rosinda

Y, es a Él, a quien la Sra. Claudia, lleva unos alimentos, y, le hace compañía, y, la Virgen le dice a su Hijo, que prefiere las visitas de Claudita, La Virgen María, como todas las Mamás, siempre nos ve niños; que tantos rosarios mezclados con murmuraciones, ó, rezados por pasar, el tiempo, y, Jesús sonríe a su Madre, y, guiña un ojo, a, Vicente, primer Teniente de la División azul, muerto, en la fría URSS, por Dios, y, por la Patria, y, a Ricardo, comandante del ejercito rojo, luchador por la libertad de la Patria, y, la humanidad, no por, Dios, porque, no lo conocía

Ricardo, conoció a Dios, en el campo de exterminio, la última palabra, antes de abrir los ojos, en el Cielo, fue el nombre de su entonces joven, esposa Claudia, y, el grito de esperanza, y, Fe " Dios, ahora, sé que existes, no me eches fuera"; y, Dios no lo echo, porque ningún padre, ni el más ruin, puede echar fuera al hijo que llega

 Jesús, como hace siempre, le regalo sus méritos, los únicos que cuentan, y, le contó como buenas acciones, las que él había hecho, por lo que creía justo, y, los que en la tierra fueron enemigos, vueltos, a ser niños en el cielo, se sentaban en las rodillas de la Madre de Dios, y, sonreían, al mirar hacia la tierra, y, ver a Doña Rosinda, y, la Sra. Claudia, claro, que ellos no las ven, como dos viejas, las ven como lo que son, como lo que somos todos ante Dios, dos niñas, y, malo de quien no sea niño ante Dios, pues sólo,  de los niños es el Cielo, y, repito, las ven como dos niñas pequeñas que juegan, a ser buenas, ó, tal vez no, la verdad, es que es Jesús, quien juega con ellas, ya lo dijo, hace siglos, un profeta, “Es mi delicia jugar con los hijos de Adán”

Fin

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