lunes, 28 de enero de 2013

Acab



Hacía dos años;  que Yahvé, se había llevado a su esposa; como fruto de su amor, le quedaba únicamente, un hijo enfermo.

Acab, rey de Israel, descendiente de David; se había enamorado de nuevo;  esta vez de una princesa, extranjera de la fenicia; Jezabel; es decir de una idolatra, de una gentil,  la princesa,  era bellísima, con unos ojos muy negros, y, muy joven tan sólo 16 años.
Rey

El rey, anuncio, su intención de casarse con ella. Pero los ancianos,  le recordaron el precepto del Señor “no os casareis con extranjeras”

Acab,  era demasiado inteligente, para hacer, caso de una ley  tan antigua, lo que contaba era el amor, y, él amaba a Jezabel, y, ella a él, sería una buena reina, una buena esposa, y sobre todo una buena judía

Comunicó,  su boda con Jezabel, todos callaron, menos Elías, Elías no callaba nunca, no sabía respetar al rey de Israel.

Los primeros meses fueron felices, Jezabel; se estaba ganando al pueblo, pero poco a poco, sin lo notase,  empezó a cambiar su corazón,  primero lo convenció de  tener sus propios servidores, luego quiso, convencerlo, de que dejase el culto, a Yahvé, por el culto a Baal, Ishtar, y, todo el panteón fenicio; le decía que el monoteísmo, era absurdo, sólo Israel era monoteísta, que no podían, seguir como un pueblo extraño, si querían ocupar su lugar en el mundo, y, no ser la rechifla de sus vecinos.

Acab, amaba mucho, a su reina, y, esposa, y, le costo no ceder; pero se mantuvo firme, aunque debería, repudiarla, y, no lo hizo.

Un día, un criado le informo,  que la reina; ofrecía,  sacrificios, incluso humanos, a los dioses, que tenía, más de 16 años cuando se casaron, que en realidad, era mayor que el rey, que pensaba, matar, al príncipe, y, poner en el trono,  a  su propio hijo, que había dejado oculto en Sidón.

Jezabel, lo negó todo, y, el criado fue condenado a muerte.
Después aconteció, lo de un tal Nabot, que tenía una finca, y, no quiso venderla, a  Jezabel, cuando esta se  encapricho, de la misma; Nabot, decía, que la finca era herencia paterna, por eso, no quería venderla, ella lo tomo, como ofensa personal, y, se propuso, hacerse con  la misma como fuera,  para ello, solicitó, a su esposo Acab, el sello real;  este, se lo dio, sin sospechar nada, sin ver, que era cómplice de un crimen de Jezabel

Lo comprendió, cuando Elías, lo maldijo, y, le llamo, “asesino”. Entonces reconoció, su error, pero el miedo lo paralizo, tenía, miedo a Jezabel, no porque fuese, un demonio, sino porque era, una mujer que no creía, en Dios; se preguntaba.

 ¿Qué pasaría, si él moría, antes, asesinaría a su hijo?

 Pero de pronto, recordó, la maldición, que, Elías había pronunciado. “... y, Jezabel será comida por los perros”
 Por ello, al caer, cayo herido; sonrió, si se cumplía, su castigo, también el de Jezabel, y antes de morir, dirigió, una oración, al Dios, que sólo sabe amar, “Yahvé Dios de Israel; perdona, a Jezabel, concédeme, tenerla, a mi lado, en la Resurrección, cuando venga el Mesías ; si no la hubiesen educado, en la idolatría, si yo fuera mejor judío, pero, ella fue educada así, y, mi mal ejemplo, en el fondo; Señor no es mala, y, yo la amo, la amo, y de esta forma se durmió,
Fin


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