jueves, 24 de enero de 2013

Cizaña

Cizaña

Era una planta agreste,  salvaje. No, puede decirse, que fuera mala; muchas de sus hermanas habían servido para curar enfermedades.

Pero “Cizaña”; era diferente, estaba llena de rencor, y, de envidia sobre todo, del trigo; “ese necio ese, creído si, pudiera, le bajaría los humos.”


Observó; en  el campo, unos hombres sembrando, el trigo, cosecharían en el mes  de agosto. El dueño de la finca, era, un joven príncipe, que se sumaba, también a las labores de siembra;  más bien  se podría, decir, que era el único, que trabajaba.

Ella,  vio como miraba, a sus empleados, y, les encargaba, vigilar el campo. Ya, que él había de ausentarse, por razones de Estado.

A la noche siguiente. “Cizaña” recibió, la visita de un enemigo, del príncipe;  se trataba, de un ex marques, que había sido expulsado del reino, por el  padre del príncipe, por delito de “lesa majestad”;  es decir, alta traición;  siempre vestía de negro;  se acerco, a la planta, la agarro, y,  le dijo: “mira querida amiga; vas hacer, un gran servicio; ahora que, los criados de, de S.A.R. están durmiendo, la mona; te voy a sembrar en su campo y, cuando,  crezcas; En la cosecha; teñirás de negro, todo el trigo; que no  valdrá en absoluto para nada.

A “Cizaña”, su conciencia arbórea, le dijo que, debía, decir que no; agarrarse con fuerza;  por medio, de sus raíces, a la tierra: que,  aquello, estaba muy mal.

Pero odiaba, al trigo. Y,  pensaba que, se merecía, una lección, así que, se dejo arrancar y, plantar sin problema.

A los pocos días. Ya mezclada, con el trigo. Escucho, a los empleados del príncipe, que ya había regresado. Preguntarle, qué,  hacían con la cizaña

El príncipe, dijo, que aquello era, obra del enemigo. Y, debido, a su gran bondad se callo, que también por su culpa: por haberse quedado dormidos.

Pero añadió, que no la cortasen, para no cortar el trigo; que en la siega; él mandaría, a los segadores, que la atasen aparte, y. la quemasen.

“Cizaña” no pudo, evitar, un sollozo; y, no, porque, le importase, ser quemada, que  le importaba; sino, por  el daño tan grande, que le había hecho, al príncipe, que era tan bueno, y,  al trigo; porque mucho trigo, en la recolección, se teñiría de negro, y, no valdría para nada.

Si pudiera hacer algo.¿ Por qué se habría dejado arrancar?
.
En esto, se acerco, a ella, el  príncipe.

 “! Oye tú eres la “Cizaña”.

“Lo siento, Alteza”. Fue lo que alcanzo a decir. “Y. acepto mi condena”.
¿Pero quien, habla de condena. Si tú, me dejas, puedo arreglarlo?
“Claro, claro que si”. Respondió, la plantita. “Estoy en vuestras manos”.

Entonces sucedió, algo maravilloso; el príncipe, la apretó en sus manos,  y al frotarla se le abrieron, unas heridas recientes, que había recibido, en el campo de batalla ese, precisamente, era su “razón de Estado”, por cierto el enemigo derrotado, había sido el “ex –marques “que, ahora andaba, a la fuga, haciendo aún más tropelías.

Claro, que, el príncipe, que se había casado, con una joven bellísima, aunque de origen plebeyo,  había dado, a la nueva princesa; las armas, con que atizarle, al “ex –marques”.
Bueno el caso fue;  Que cuando;  “Cizaña” se impregno, de la sangre del príncipe, se convirtió en trigo.

Y,  en la Siega, los segadores, sólo metieron; trigo,  en el granero, y, brindaron, y bailaron, con el príncipe, que era todo, alegría.


FIN

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