sábado, 20 de marzo de 2021

Mi calle. Reflexión


Mi calle. Reflexión
En Realidad en mi vida hubo varias calles, las principales son tres, pero ahora voy hablar de una de ellas solamente, en la que pase buena parte de mi infancia, y, que se encuentra en según ellos ciudad, de Monforte de Lemos, en el barrio de Los Chaos
Es una calle humilde, estrecha toda cuesta arriba, hasta llegar al monte de San Vicente del Pino, donde se encuentra el Castillo.
Cuando yo vivía con mi familia allí, todo estaba habitado, a mano derecha había un bajo con un zapatero y en el piso vivía una señora con su hijo, a ella le gustaba mucho leer, ya fallecieron los dos el hijo tragícamente. Dios los habrá recogido en su Casa, enfrente había otras viviendas y dos serrerías a donde ibamos coger viruta y serrin para las cocinas de de carbón y leña, las llamadas bilbaínas, en los pisos que eran vivienda tipo corrala vivian varios vecinos con varios hijos. Y, volviendo al otro lado estaba un matrimonio mayor que tenían un coche antiguo en el prado, hasta que se oxido, mi tía que estaba haciendo conmigo el oficio de madre, le iba “asesinar los conejos”, porque la buena mujer no tenía valor, la recuerdo era muy menudita y con el pelo muy blanco, y, muy buena, según contaba no podía demostrar su matrimonio, porque habían quemado la iglesia donde se casaran. Yo pienso más bien en la fuga de unos enamorados que no se podían casar. 
Seguía la calle un buen tramo sin viviendas por un lado un muro en él que había trozos de botellas como defensa para la huerta que estaba detrás en el otro el campo donde hasta llego a pastar una cabra y donde echabamos la ropa al clareo
Seguían las casas ya de planta baja o casi, la primera con su pequeño huerto, estuvo ocupada por varias familias, la última una buena mujer a los que los sectarios del Palmar de Troya, le robaron todo, si entonces se permitiera y se mandará la formación a los laicos, aquella buena mujer no habría caído en sus redes
A la lado de esta casa en el 22 estaba la de mis tíos, que se puede describir como un palacio aunque no lo fuera
Seguía otra, y, al lado de aquella estaba la casa y las bodegas y, huertas de los caseros, que no ejercían como tales sino como buenos vecinos, casi familia, recuerdo a D. Pedro a Felipe su yerno, a su esposa Sara, y a su segunda esposa Carmen, con la que se casó tras muchos años de estar viudo
Seguía la cuesta y, había otras viviendas
y, un poco más arriba una familia de gitanos, yo siempre quise a los gitanos que no lo tuvieron fácil, con esa familia que tenía si no recuerdo mal 3 hijos, la hija mayor que era de una belleza impresionante se sacrificaba no yendo a la escuela para que fueran sus hermanos, por ella supe que los gitanos por ejemplo no cuelan el café, y la verdad es que al tomarlo no te das cuenta,
En todas las casas había gatos, que siempre fueron mi locura, yo recuerdo de mis tíos a Jaimito del que ya hablaré en otro momento y a Lorenzo un gatito precioso negro y blanco, que me acompañaba cuando marchaba para el colegio; por  una calle que casí cruzaba esta de la que estoy hablando  hasta llegar casi a la iglesia de los dominicos
y, cuando regresaba lo hacía por otro camino me estaba esperando  en el fondo de la calle
Fue asesinado por unos hungaros que vivían con un carromato en el fondo de la calle, y, que tenían un perro que mato a un perrito amarrado con una cadena que daba demasiada libertad al cancerbero, son los únicos vecinos de los que guardo mal recuerdo, no les perdone matasen y comiesen mi gatito, y espero lo hayan pagado bien caro, desearles el Infierno, por Jesús no puedo, pero purgatorio hasta el fin del mundo, y, un poco más.
Los vecinos salvo esos cafrés que tan mala impresión daban de la buena gente de Hungría, a lo que iba los vecinos se sentaban a las puertas de las casas, algunos en las piedras de la entrada de sus casas, los que no la tenían sacaban sillas
Hablaban de todo, compartían recetas, se regalaban comidas, no se miraban clases, por ejemplo Felipe y Sara, eran para nosotros unos más
Cuando en una casa había un enfermo, en las demás no se ponía ni la radio, no digamos ya cuando alguien fallecía, el dolor de unos era el del otro, la alegría también.

Voy describir la casa de mis tíos, mi casa sin faltar a la verdad aunque no sea cierto lo que digo, lo voy hacer como se la describí hace años a otra persona.
Hay una escalera de piedra hasta la entrada, penetramos dentro tenemos un largo pasillo en el que hay cuadros, a la mano derecha está la habitación principal, la de mis tíos con una ventana que da a la calle. 
Al lado de la de mis tíos, está la habitación que, compartíamos mi prima Loly y yo, teníamos la pared llena de poster de los artistas del momento.
Aparecía una puerta que cerraba el pasillo, al abrir la nos encontrábamos con una puerta donde estaba el aseo o baño, la puerta de la cocina, con ventana y, en la cocina unas escaleras en las que senté muchas veces, y, donde acariciaba y jugaba con los gatitos, esas escaleras daban al comedor y salón, que tenía 4 ventanales que caían sobre las huertas y, permitían también divisar la calle.
Volvamos a bajar las escaleras salimos de la cocina, y, justo al lado del baño había otras escaleras que daban al patio donde se tendía la ropa, había un pozo, y, a las bodegas donde se guardaba el vino, el jamón
Y, donde era una delicia estar cuando apretaba el calor
Ahora ya no vive nadie en la calle, y, me ha dado pena verla vacía, sí muy asfaltada entonces tenía más guijarros que una cantera, pero tenía vida
Seguramente como el Cielo no es un lugar sino Dios mismo, y Dios esta en todas partes, en la calle de La Cerca sigan viviendo aunque no los veamos sus antiguos habitantes, si me parece que el otro día al pasar cerca escuche a mi tía Flora hablando con Felipe y Sara
Fin
Próxima mis calles de Coruña

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