martes, 17 de septiembre de 2013

Otty, y Betti, dos cabritillos

“Blanquita”, la cabrita: que habían tenido que comprar, para la mamá de Cesariño, estaba algo rara, no acudía a jugar, cuando la llamaba su amito, al volver del colegio, también estaba torpe al caminar.

El niño, sospecho, que estuviese enferma, y, se lo contó a su mamá, esta le contó, que “Blanquita”; se encontraba estupendamente, pero que pronto, iba a ser mamá, y, por eso se encontraba un poco rarita, y, añadió; “espero que no la molestes”.

Una semana más tarde; nacieron 2 cabritillos, a los que, Cesariño, puso de nombre, Otty. Y, Bety, porque así se llamaban, unos payasos de un circo, al que su abuelo lo había llevado y, que le habían gustado mucho.

Decidió hacer, de los 2 cabritos, unos auténticos artistas de circo, con el permiso de las dos mamás, la suya, y, la de los cachorros; los “bebes” eran preciosos, Otty, el macho era negro. con una gran mancha blanca en el lomo, y. en la puntita del hocico, su hermana Betty, era blanca como su mamá, pero tenia una mancha negra en el hocico.


Tan pronto empezaron a conocerlo, que fue a los pocos días de nacer; comenzó su entrenamiento, los llamaba, y. les ofrecía un puñado de hierba fresca, pues aún no comían el pan, o, un cuenco de leche, aun que ellos preferían la de su mamá, y, luego les enseñaba a dar la patita, como si fueran perros a saltar por encima de sus brazos, colocaba un taburete, o, banqueta con las patas hacia arriba, y, ellos se ponían encima de las mismas, y, hacían cabriolas.

En unos días ya eran unos artistas, eso si cuando; “mamá cabra”, los llamaba con su balido dejaban, todo y marchaban corriendo, ella los besaba, los lamía, y, les daba a comer su rica leche.


Los vecinos acudían, a ver las piruetas, y, ejercicios que hacían los cabritillos, a todo el mundo les encantaban, y, decían que ni en un circo, se veía c osa semejante.



Un día le dijeron a los papas de Cesariño, que debían de vender, a los cabritos porque ya iban muy grandes, y, era la mejor época, porque la fiesta estaba próxima, y, unos cabritos alimentados, y, también criados como ellos, la gente los pagaría muy bien; a los padres de Cesariño, no les sobraba el dinero, pero tampoco lo necesitaban hasta el punto, de que tuviesen que vender de inmediato a los cabritillos, así que decidieron no, hacerlo, sin embargo a los pocos días llego de visita, a casa Don César, el maestro, y solicito comprar, uno, o, a poder ser los dos para la fiesta, al maestro no podían negarse, le debían muchos favores, y, además en aquella época; al maestro no se le negaba nada era como si lo pidiese alguien muy especial, uno no podía exponerse, a caerle mal, claro que tampoco se lo podían cobrar, para eso tendrían que estar muy mal, y, ya he dicho que no estaban, así que sintiéndolo mucho, le dijeron que se los regalaban, el maestro insistió en pagar su precio, pero la mamá de Cesariño, dijo que no de ningún modo, era un regalo, pero eso si tendrían a, “Otty, y, a Betty, hasta el víspera de la fiesta a lo que el maestro acepto sin ningún problema.

Cuando el niño lo supo, lloro mucho, ya que no ignoraba, el destino que les aguardaba pero no podía hacer nada, quienes mandaban eran sus papas.
Pensó podía hablar con Don César, y, decirle que no los aceptase, pero pronto rechazo la idea; pensaría, que iba de parte de sus padres, así que se resigno.
Procuro, estar el mayor tiempo posible con ellos, y, se prometió consolar a, “Blanquita”.

Más he aquí, que llego el fatídico día, don César llego, a por “los hermanitos”, Cesariño se despidió de ellos llorando, a lo que el maestro le dijo

” ¿Parece que no te gusta que los lleve yo?”

“No es eso don César, yo le quiero a vd; es que les tengo cariño ¿Sabe?.”



El maestro le acaricio la cabeza, y, le dijo que le parecía muy bien, que reflejaba buenos sentimientos querer a las otras criaturas Dios, que podía decirse, que quien no quería a los animalitos, no quería a Dios, que los había creado, la verdad es que al niño, le sonaron raras las palabras, de su viejo maestro, porque él sabia, o, creía saber lo que les iba pasar a los dos borreguitos.
El maestro, se despidió, y, pese a la negativa de los padres de coger dinero , dejo unas monedas para los niños, y, marcho llevando en una cesta, a los dos cabritos, que balaban desesperadamente.
Cinco días más tarde, volvió de nuevo don César,y, hablo con los padres de Cesariño rogándoles, que fuesen con sus hijos hasta la escuela, donde vivía él, pues quería llevarles a un sitio, que les iba a gustar mucho, y, que llevasen también, a “Blanquita” esto los desconcertó, un poco, pues a ésta no la podían vender, pero hicieron lo que el maestro les dijo, y. se fueron todos a su casa, este los mando, subir a su coche, y , los llevo a la villa, y, allí al circo.
Y, allí estaba la sorpresa, “Otty y Betti”; trabajaban como artistas de circo, pronto iban a marchar, a los EE.UU., y, de allí a recorrer el mundo, el maestro de Cesariño, era el que los representaba, pero no tenia pensado, quedarse con una peseta; el dinero que ganasen seria para los papás, del niño que cuidaban a su “mamá;” aunque la verdad la mamá, los cuidaba a ellos; Cesariño, beso a su maestro le dio gracias, le dijo, que era el maestro más guapo, y, bueno del mundo, y que haría lo que él le pidiese siempre, este como es lógico le pidió que estudiase mucho, por fin pidieron ver a los; “dos hermanito” a solas; éstos se alegraron, mucho de ver a sus amitos.

Y, de pronto don César, los tomo en el brazo, hablo con un señor del circo, y, los llevo a su casa en donde había quedado, “Blanquita”, quien se alegro de ver de nuevo a sus hijitos, estos le contaron, que estaban trabajando en el circo, y, que pensaban llegar a ser famosos, como es lógico, y, como hacen todas las mamás, “Blanquita” los animo a ser buenos, y. trabajadores, y, se despidió de ellos.

Tal vez penséis, que todo esto fue un truco del maestro, para engañar a Cesariño; y, que este no sufriese por los dos animalitos, y, que la suerte de éstos habría sido la de sus congéneres; así lo creyeron también, los padres de éste.
Pero el día, de la fiesta, don César, que estaba viudo acudió a comer, a una casa de comidas con su hija tenia una niñita, lo que no tendría mucho sentido si les hubiese dado el destino que todos , excepto Cesariño suponían.
Pasaron dos años, y, don César les mando, una invitación para ir al circo, un circo muy famoso, que iba estar unos días en Ferrol, él se ofrecía a llevarlos a todos en su coche, y allá se fueron, y ¿Qué paso?, pues que, allí estaban con los mejores artistas, “Otty, y Betty”; Cesariño se alegro mucho. Y, pidió verlos, entonces se entero de que “Betty, ya había sido mamá, o sea que” Blanquita era abuela”.

Así concluye la historia de los, 2 cabritillos, que seguro que triunfaron mucho pues estaban en una tierra, en donde ser el primero, es una obligación, aunque lo importante, como decía Cesariño, al ser mayor no es ser el primero, si no ser bueno, y, no olvidar que siempre habrá, quien sea, o, sepa más que, uno, ah, y, por supuesto amar siempre a los animalitos, que los hizo Dios, y, después de las personas deben ser lo primero.

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