jueves, 19 de septiembre de 2013

El enano

El enano
Juan, vivía con sus padres, y, su abuela en una casa, en el extrarradio de la ciudad; muy cerca de su casa, vivía, Alfredo, Alfredo, era un hombre bajito; bajito todo hay que decirlo; para nuestra época, porque si hubiese nacido en otro tiempo, sería todo lo contrario
Pues bien, pese a la diferencia de edad, Alfredo tiene 20 años, y, Juan, sólo 10, se llevaban muy bien; al pequeño le encantaban los juegos, y, las historias que le contaba su amigo; pero los niños del barrio, empezaron a reírse; porque le decían, “eres amigo de un enano”.
Por ello, Juan, Juanito, empezó, poco a poco, alejándose de su amigo; y, Alfredo se puso muy triste, porque se quedo sólo; a la abuela de Juan, tampoco le gusto, lo que había hecho su nieto.

Pasaron los meses, y, un día en que estaba sólo en casa, cayo una vela encendida, con tan mala fortuna, que prendió fuego en una cortina, y, pronto se extendió a toda la casa, el pequeño no podía salir, pues el humo le había nublado los ojos, fuera de la vivienda la gente miraba aterrorizada, pero nadie se atrevía a enfrentarse con el fuego. Todos estaban empequeñecidos de miedo; hasta que de pronto, como de la nada, surgió, Alfredo, y, rescato a Juanito, la abuela le dio las gracias por salvar la vida de su nieto, pero, Alfredo le quito importancia, diciendo, “ cualquiera, lo hubiese, hecho señora”
Cualquiera, no, dijo Doña Dolores, la abuela, cualquiera no, sólo un gigante, como tú.
¿Gigante?, preguntó, Juanito, que ya empezaba a entender
Sí, hijo un gigante, porque la grandeza de las personas, no se mide, por lo que miden sus piernas, si no, su corazón, su alma, en una palabra
Fin


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