jueves, 12 de septiembre de 2013

Instrumentos abandonados


Siempre, he amado, la música desde niña; cada nota, hacia volar, mi alma, a lugares, maravillosos, a mundos encantados, tan pronto, asistía a una boda, como era protagonista, de un baile cortesano; con Dvorak, penetraba, el espíritu de las estaciones, o, era la pequeña aprendiz, de un brujo bueno, con Mozart, cada uno, de los viejos compositores, era para mi, un contador de historias.

Y, sucedía con todo tipo de música, excepto el rock duro, soy melómana, hasta los tuétanos

Pero para desdicha mía, no tengo actitudes para la misma, no sé cantar, ni tañer ningún instrumento

En mi casa, hubo miembros de la familia, que si sabían tocar, unos por afición, otros por trabajo, de ellos aprendí, a amarla, no, a interpretarla; aunque ya no vivimos juntos, pues unos han sido llevados por Dios, otros viven en otros países, si, están en casa, los instrumentos que tañían, cuando yo era niña

Y, cada día, cuando, limpio el polvo, que se amontona, sobre ellos; no, puedo evitar una lágrima esquiva, pese a mi fama de dura

Al contemplar la guitarra, recuerdo cuando oía a mi prima Lourdes, sacar la música de sus cuerdas, yo era entonces una niña pequeña, y, me sentaba en el suelo a su lado, mirando hacia el interior de la guitarra, a ver, si conseguía ver los duendes que me hablaban con la música


La mandolina, me volvió, a traer las serenatas, que mi primo- hermano, o, mejor podría decir, mi hermano César, me tocaba, cuando estaba triste; a los 4 ó 6 años; era una señorita, a quien cantaban serenatas.


El clarinete, y, el saxofón.

Me trajeron, a la mente, el primero los conciertos, en los que César participaba, dando vida, a los que llamo; los viejos compositores


Y, el saxofón, aquellas viejas orquestas, en las que mi querido primo, participaba para alegrar, la no muy boyante economía familiar; y,, me hicieron, recordar canciones, como “Chiquitina”; que me solían cantar, para darme rabia, cuando, yo no media ni medio metro; o, la de muchachita, que mi primo toco, para mi el día, que cumplí 16 años.

Que lejos queda todo; mi amado primo, toca, ya los instrumentos de los ángeles.

Como en el arpa de Becquer, también en los instrumentos que hay en mi casa, duermen los genios, duerme la música, no son más que instrumentos abandonados, que se llenan de polvo; y, que sólo valen, para sacarles el polvo cada día

Espero que un día, regresen, algunos de los que hubieron de irse, a tierras lejanas. Espero que un día, la magia, que se esconde en esas cuerdas. Vuelva a salir

Sé que Mozart. Beethoven, Bach. Debussy, Bizet.... están durmiendo, dentro de ellos, y sería tan bonito, que alguien los sacase fuera, que esos personajes, que duermen dentro, saliesen de nuevo, como cuando yo era niña.

Pero la realidad, es que están sólo, para cubrirse de polvo, intente alguna vez arrancar una nota, pero sólo consigo, hacer un ruido infernal.


Tal vez sea, porque la música esta dentro del alma, y, es el alma del músico, la que se introduce, en los instrumentos, mas no puede ser; pues yo en mi corazón, si canto, y, no hay melodía que se me escape


¿Entonces que, es lo que impide, que sólo seres privilegiados, puedan, transformar el aire, en poesía?


Mis queridos instrumentos musicales; llenos de música, de historias, pero transformados en unos cachivaches inútiles, por no haber una mano, que pueda sacar la magia que guardáis dentro.



Fin













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