El sacerdote y el levita
Jacob era sacerdote y Rubén era levita, como buenos saduceos sólo creían en Dios, y en que el bien o el mal hecho era retribuido en esta vida.
Eran buenas personas y fieles observantes de La Ley de Moisés
Como eran vecinos solían ir juntos para el Templo
Aquella tarde, Rubén se adelantó unos pasos miró hacia el borde del camino, allí estaba un hombre casi desnudo, se veía muy mal.
Rubén pensó en acercarse a ver qué podría hacer; sin embargo recordó que era un levita, tenía que ayudar a Jacob a preparar el sacrificio y dirigir la oración del Pueblo, eso exigía que estuviese puro. Pero aquel hombre tenía sangre y tocar la sangre lo volvía impuro, ya no digamos sí estaba muerto. Habría de volver a su casa, lavarse varias veces, quemar la ropa contaminada, tomar un animal puro para que Jacob lo ofreciera por él, para ser puro de nuevo, y poder ejercer su labor litúrgica. Así que imposible, El Eterno era el Primero. Con todo le preguntaría a Jacob que ya se acercaba
Jacob vio también al herido y por las mismas razones que Rubén decidió no detenerse. Y, felicito a Rubén por su decisión.
Por suerte para el herido un samaritano es decir un hereje, un impío se había ocupado del.
Al cabo de unas semanas Eliseo ya restablecido, decidió consultar a Jacob y a Rubén.
Qué debía hacer para purificarse, había estado cerca de un pecador, es más de un hereje, de un impío, que lo había llevado a una posada, frecuentada por gentiles. Porque en otras, no le hubieran dejado entrar.
Tanto Jacob como Rubén, le dijeron que debía destruir todo lo que hubiese estado en contacto con el samaritano y la posada, lavarse varias veces y tomar un animal de res mayor para que fuese ofrecido por su purificación, falta otra cosa dijo Jacob aunque fue por medio de un impío, El Eterno te conservo la vida, por ello deberías de tomar un carnero o una oveja, y ofrecer lo, como acción de gracias.
Eliseo se despidió. Como fariseo no tenía problema con el primer sacrificio, pero el segundo se le hacía raro. Se dijo que como rabino de Israel, examinaría la cuestión con otros rabinos. De pronto allí estaba el hijo de José el carpintero, el rabí ambulante.
Decidió preguntarle a él, pero se dijo antes de hablar le de mi problema, le haré una pregunta sobre La Ley.
Así pues Eliseo se acercó a Jesús, y le pregunto cuales eran los principales preceptos
Jesús. Le recitó La Shema, que dice
“Escucha Israel, El Señor Nuestro Dios, es el único Señor
El Señor es Único
Amaras al Señor tu Dios con todo tu corazón
Con toda tu alma
Con todas tus fuerzas”
“El segundo es semejante al primero, amaras a tu prójimo como a ti mismo, estos dos mandamientos sostienen La Ley y los profetas”
Entonces Eliseo. Preguntó, a quién debía tener por prójimo
Y, Jesús le contó su propia historia la de Eliseo.
Al acabar el relato, le preguntó Jesús a Eliseo, quién le parecía se había portado como prójimo de aquel hombre herido, quien había sido cercano, próximo a él
Eliseo evitando pronunciar la palabra samaritano. Respondió
Imagino que, él que se compadeció de él
Jesús sonrió, bien ahora ve, y haz tú lo mismo
Eliseo se dió la vuelta. Lo mandaba imitar a un hereje, a un impío. No entiendo nada, sé dijo así mismo. Pero si entendía
Siguió caminando. Jesús era un rabino especial, de eso no había duda.
Fin
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