lunes, 26 de febrero de 2024

Simeón


Simeón

Simeón era ya mayor, le gustaba ir al Templo casi todos los días. Tenía la seguridad, se lo afirmaba La Voz de Yhv que escuchaba allá dentro del, de que iba ver y conocer al Mesías

Su esposa Raquel y sus hijos y nietos, se reían

Sí hombre sí, le decía Raquel, cuando venga el Mesías, no va tener nada más que hacer, que darte audiencia, a lo mejor te nombra general de sus ejércitos, ah no, que el otro día dijiste que también venía para los perros, es decir los goings, los gentiles, esos que se hacen sus dioses. Cada vez que pienso la cara del rabino Samuel, menos mal, que le dije, te había oído mal, y quería decir los hermanos que viven en la diáspora

Y, tú Simeón sí no te meto dentro de casa a empujones, ibas a decir que venia para, ser su Luz

El Mesías vendrá para aplastarlos, para que Israel reine sobre ellos

Pero tú dale con esa Voz. Que me das miedo esposo

Simeón se acabo de arreglar, rezo su Shema, y dijo a Raquel me voy, hoy lo conoceré. Hoy ira a su Templo

Quién dijo su hija Rebeca

El Mesías hija, el Mesías

Papá,

Déjalo Rebeca, dijo Raquel tu padre, ha perdido el rumbo. El Mesías aún no llegó.

Simeón se fue corriendo, se sentía ligero, allí se encontró con Ana su amiga, una jovencita de 84 años, enamorada de Yhv

Entonces vieron subir a una parejita joven, llevaban un bebito en brazos, se lo turnaban como si fuese su muñequito, llevaban también una jaulita con dos palomitas que serían sacrificadas, eran pobres

Simeón les salió al encuentro corriendo, lo mismo hizo Ana

Tomo al bebé en brazos, y mirando al Cielo dijo

Ahora Señor, puedes dejar ir en paz a tu siervo, porque mis ojos acaban de ver al Salvador que nos envías, luz para iluminar a los gentiles, y gloria y orgullo de tu Pueblo Israel, luego felicito y bendijo a los jóvenes papás, de pronto su rostro se nublo un poco, y dijo a la joven mamá, este niño será causa de que muchos caigan y se levanten en Israel, y a ti una espada de dolor, te traspasará el alma, para que se descubran los pensamientos de muchos corazones”

Jesús no paraba de llorar, extrañaba los brazos de sus papás, así que Simeón lo devolvió a su papá José

Mientras Simeón, oraba de nuevo en su interior.

Tranquilo Señor, no diré que eres Tú, ese niño, lo he sabido al ver tus ojos, eran son tan hermosos como el mar, y La Voz de su interior le dijo. “El niño tiene los ojos de su mamá”

Simeón regreso a su casa, contó lo sucedido con el joven matrimonio. Su mujer y su hija Rebeca se rieron, el Mesías un bebé de una pareja que no pudo aportar el cordero, no cabía duda. Simeón cada día estaba peor

Pero Simeón las corrigió, si llevaban el cordero, el corderillo, yo lo tuve en brazos, pero aún no tenía edad para el sacrificio.

No se puede sacrificar el animal que aún mama

Lo dicho hija, dijo Raquel tu padre está loco

Pero desde aquel día, Simeón ya no iba tanto al Templo, iba a la sinagoga.

Fin



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