domingo, 20 de mayo de 2012

Cusa, administrador de Herodes

La vieja esclava, coloco sobre la mesa el cepillo de oro, con el que cepillaba el rubio cabello de su señora. Y pregunto

¿Mi ama, quiere que le cuente una historia, que sucedió en Judea, cuando yo era tan joven como lo eres tú ahora mi señora?

La joven patricia, sonrió, tal vez pensando que Martina era imposible que hubiese sido joven nunca; después giro el rostro hacia su esclava, y sin esconder su orgullo le dijo.

“Habla pues, me servirá de distracción”

Pues bien esta es la historia, yo, como ya te he dicho. Era muy joven. Y estaba como esclava de un matrimonio judío. Cusa Y Juana. Habia sido su regalo de bodas. Pero como mi persona no te interesa, voy a seguir con mi historia.
Cusa mi amo no era un mal hombre. Trabajaba de administrador de Herodes; este si, que era un zorro. Dios lo haya perdonado.

Pero estoy divagando. El caso es que Cusa. Más de una vez ayudo a la gente. Alterando facturas. Que los sicarios de Herodes les habían hecho firmar. Y sin las que se quedarían sin nada.

Era también un buen esposo. Y un buen padre, tenia 4 hijos. No recuerdo los nombres. Más que de uno. José. Este angelito. Habia nacido sin bracitos y con una sola pierna. Sus padres lo tenían oculto. Y se preguntaban
¿por qué Dios les habría mandado aquel castigo?

Sucedió por aquel entonces; que llego la noticia de que Mi Señor Jesús habia llegado al pueblo; bueno todavía no era mi Señor. Bueno lo era, pero yo no lo sabia.

Al llegar a este punto la conversación. La patricia se giro. Y dijo a su esclava ¿no has dicho que tu amo era Cusa. Como pues lo iba ser Jesús no entiendo?
Veras mi ama, Cusa lo era, como lo eres tú ahora, del caparazón de fuera. Jesús es dueño de todo mi ser. También es tu Amo.

La Patricia abofeteo a la anciana, diciéndole. “Cuidado soy hija de un senador descendiente de los Graco. Y he sido siempre libre”

“No mi ama. Eres esclava. Un día cuando pierdas esa falsa libertad, entonces serás libre, pero ahora sigamos con la historia”

Juana decidió ir ver al Nazareno( ya te he dicho que era la esposa de mi amo). Al volver contó que le había parecido un hombre justo y bueno. Y que seguramente fuese el Mesias. Dijo que le habia encantado su dulzura. Cusa, prohibió a su mujer que fuese a juntarse con aquella gente. Él no queria problemas con Herodes, y su deber como mujer era atender a sus hijos y su esposo.

Cuatro días más tarde. me pidió que la acompañase a ver a Jesús le recordé que amo. Lo habia prohibido y me dijo. Que era su esposa no su hija. Y que cuando se trata de una buena acción no debemos dejarnos dominar.

Llegamos a donde estaba Jesús. Y cuando por fin quedo libre. Le hablo mi ama, diciéndole que estaba decidida a seguirlo a donde fuera. Que haría por Él cualquier cosa. Pues había comprendido que era de verdad el Enviado
Jesús sonrió. Y, le dijo a Juana. ¿De verdad que estas dispuesta a hacer por mi, lo que te pida?

Si, Maestro dijo esta. Echándose a sus pies. Te seguiré en tus viajes. Dormiré donde durmáis vosotros así, sea sobre las piedras del camino.

No. Pregunto. Las locuras. Que se te ha metido hacer. Si no,¿ si estas dispuesta a hacer por mí lo que te pida?

Claro. Es lo que estoy diciendo.

No, Juana, estas diciendo lo que vas hacer para complacerte a Ti, y quieres que mi voluntad sea la tuya, y, yo no quiero eso que dices.

No quiero que me acompañes por los caminos y duermas donde durmamos nosotros porque somos 13 hombres. Y, tu eres una mujer. Y, una mujer casada. Ni a mi Madre que esta preservada del Pecado la traigo, menos a ti, que has nacido enferma, yo quiero que me sirvas, pero en tu hogar. Amando a tu esposo. A tus hijos. No avergonzándote de tu hijo José, que no es un castigo es una bendición. Si tu esposo no se opone. Puedes cuando estemos cerca de vuestra residencia, traernos un poco de comida. Y, un poco de vino. Y hasta dejarnos dormir en las caballerizas.

“Eso si que no. Señor. Jamás permitiré que tu duermas en una caballeriza”
Juana, yo nací entre animales. Y, te aseguro que son más fieles que los seres humanos. A veces será el sitio más seguro que nos podrás dejar. Y siempre que quiera tu esposo. Pues con tu paciencia debes prepararme sitio en su corazón y el de tus hijos. Y ahora regresa a tu hogar

Mi ama, regreso muy enojada. Diciendo que no entendía el comportamiento de Jesús, que parecía que le daba miedo; “el que dirán”, que seguramente se había equivocado con él.

Mientras Cusa. Al notar la marcha de su mujer, marcho en su búsqueda. Y al descubrir por otro esclavo que había partido en busca de Jesús se fue a exigirle, explicaciones.

Cusa era el jefe de los administradores de Herodes. No era hombre que se amilanase ante cualquiera, y más de un sacerdote y de un fariseo habían temblado ante él. Sin ir más lejos. Caifas. Pero al verse cara a cara con Jesús.

La cosa cambio. De entrada. Mi amo, se dirigió a él con voz fuerte.

“Escucha me, vengo a...” pero ya no acabo la frase. Jesús le lanzo una mirada tan llena de dulzura, que lo desmonto. Asi que empezó a tartamudear. El Maestro lo invito a sentarse. Y charlar con él. Hasta le ofrecio un trago de vino; luego sentándose a su lado.
Le dijo.
Cusa. Yo no soy tu rival. No quiero “robarte” a tu mujer. Yo os quiero a todos por igual y a cada uno en especial. Pero eso ahora no lo entiendes. Tu esposa, debe estar contigo. Y va estar contigo. Si tu quieres, cuando estemos cerca de tu residencia. Puede Juana traernos comida. También como le dije podeis dejarnos algún día dormir en las caballerizas. Y, no me vengas con que no.

Yo nací en medio de animales. Y la Naturaleza me pone más cerca á mi Padre

Y, así empezó la aventura. Primero. Juana les llevaba comida. Luego empezó por llevar su ropa. Para lavar en casa. La lavaba y secaba ella. Y lo hacia como si fuesen reliquias

Luego comenzaron los dos esposos a acompañar a Jesús y los otros 12 en sus desplazamientos no era siempre, pues el Maestro no lo habría permitido.

Pero ninguno de ellos, se atrevía a pedir la curación del pequeño José, pese a que presenciaban grandes milagros.
Y, llego el trágico día, Jesús fue conducido hasta el Palacio de Herodes.

Cuando llego estaba irreconocible. Pero se le conocía. Mi amo. Simulo no conocerlo. No quería jugarse su puesto. Por quien a lo mejor no era más que un cuentista. O, un blasfemo como decían sus acusadores. Jesús no respondió una palabra a Herodes y no hizo ningún milagro.

Entonces Cusa. Se dijo que había perdido el tiempo. Que si aquel hombre tuviese poder, lo demostraría ahora para salvar su vida. Haciendo lo que decía Herodes.
Juana su esposa, le decía que al revés. Así demostraba que nadie mandaba en él. Fuera de Dios su Padre.
A punto estuvo de abofetear a su esposa. Yo creo que se sentía mal consigo mismo por su cobardía.

El caso fue que Jesús fue condenado a muerte de Cruz. Mi ama Juana. Estuvo cerca viendo como lo ejecutaban. Y llego a casa desolada.
Al tercer día de aquello. Y que los seguidores de Jesús ahora llamamos domingo.
Juana me pidió. Le diese un manto negro. Pues iba ir con otras mujeres a ungir el cadáver de Jesús.

Llego deshecha en llanto a media mañana. Diciendo que habían robado su cuerpo. Que uno que se había querido hacerse pasar por un ángel le había dicho que no estaba allí, pues era el Viviente. Pero ella sabía que el habia muerto. Había visto su cadáver.

Y, de repente la habitación se ilumino. Allí estaba un extranjero que pedía un vaso de agua. Al principio Juana estuvo a punto de echarlo fuera. Pero recordó las enseñanzas de Jesús, y, le ofreció el agua. Al beberla el hombre le pregunto si podía hablar con su esposo. Por unas cuentas pendientes.

Creyendo que tal vez se trataba de un antiguo deudor llamó a Cusa.

Cusa no reconoció al forastero. Ni entendió, porque este pidió. Ver al niñito deforme. Al llegar donde estaba la criatura.

El hombre pregunto ¿Juana. No crees que Dios halla podido resucitar a su Hijo. Por lo tanto. Tampoco vas a creer que pueda acabar ahora de formar en esta criatura los miembros que no le formo en tu seno, ahora bien. Si crees que Dios resucito a su Hijo creerás también que pueda completar su obra, crees o no crees Juana?

Basta ya, dijo Cusa. No te he traído aquí, para que te burles de nuestro dolor.

Has dicho que tenías una deuda con nosotros. Pues venga. Acaba de una vez
Si tengo una deuda. Vuestro amor. Tu Fidelidad Cusa. Tu cobardía. Tu que me dijiste un día que me ibas ser siempre fiel.
Cusa dio media vuelta diciendo. Tú debes de estar loco. Yo no te he visto jamás.

¿Os haré la pregunta de otro modo. Creéis que Dios puede sanar este niño. Y por lo tanto resucitar a su Hijo. Creéis que si el Hijo de Dios puede resucitarse a si mismo. Puede curar a tu hijo?

“Quisiera creerlo. Dijeron los dos a un tiempo

Fue entonces cuando el desconocido tomo al niño en brazos. Lo metió entre su túnica y su piel. Y lo volvió a dar a sus padres. Cuando lo recibieron vieron la criatura más bella y sana que habían podido imaginar. Y, fue entonces cuando descubrieron la señal de una lanza. Y las marcas de unos clavos. Y cayeron de rodillas. Pero Él desapareció.

Cincuenta días más tarde mis amos se bautizaron y al principio la cosa fue fácil. Pero alguien denuncio a mi amo. Ante Herodes y lo mando matar. Fue entonces cuando yo fui vendida, y, vine a parar a casa de tus abuelos. Y poco a poco. descubrí la suerte de mis amos, y, yo también acepte a Jesús.

Si ahora quisiera mi ama, que le hablases de Él
¿de quien( dijo la patricia), de un judío crucificado. No. Martina. Por Júpiter.

Que por hoy basta. Más bien debería mandarte azotar por ser de esa secta enemiga del imperio. Pero mejor mañana. Ahora quiero que me eches polvos de oro. En el cabello. Para que luzca más dorado. Y, que enjoyes mis tobillos, y mi cuello. Que me pongas el peplo. Más hermoso. Viene a buscarme un descendiente de Ciceron.

“Lo haré mi ama. Pero si me escuchases. Si dejases te mostrase a Jesús cambiaria tu vida. Como cambio la mía. Y, la de Cusa y su esposa. Él te daría la verdadera alegría.
Tal vez otro día, y a lo mejor dijo dejando escapar una risa burlona, “hasta me hago cristiana.....”

No se ría, así, mi ama. Esa risa suena a burla de Dios. Y de Dios nadie se burla.
La joven patricia. No llego a ir a cenar con el descendiente de Cicerón. Ni a conocer la historia de Jesús.
Cuando se estaba bañando giro la cabeza y golpeo las sienes contra la bañera. Muriendo en el acto.
Hubiese podido ser libre. Pero eligió morir siendo esclava
Fin

No hay comentarios: