lunes, 7 de mayo de 2012

La vaca

La vaca
Hola soy una vaca; y quiero contaros mi historia, tal vez os estéis preguntando que historia, va tener una vaca.

Yo nací, como toda mi familia en una cuadra, en una aldea llamada Belen, mis amos me querían; y, me trataban bien, eran buena gente, todo lo bueno que los humanos podéis ser; a veces cuando la noche era muy fría, venía Susana, mi ama, y me traía una manta a la cuadra, y me la echaba sobre el lomo. Sobre todo, cuando yo había tenido algún ternerito, el caso es que mi vida iba transcurriendo sin sobresaltos.

Pastar en el prado, dejarme ordeñar por la ama, o sus criados.

Dar como fruto de mi amor por el toro – “Herodes”, unos hermosos terneritos; y hasta ver como alguno era llevado para ser ofrecido en holocausto en el Templo de Jerusalén.

Y, arar la pequeña hacienda de mis dueños. Bueno y compartir la cuadra, con 4 ovejas tontas, un burro y un buey.

Unos días antes de lo que voy a relataros, había habido mucha agitación en el pueblo, todo el mundo, me refiero a los humanos, estaban inquietos, algunos decían que ya era hora de que el Mesías, viniese, a poner orden, que aquello era inaudito.

Lo inaudito era porque el César, que es como un humano, que es amo, o eso se cree de los otros humanos, había ordenado un Censo de todos los judíos, y claro, eso les molestaba, “ nos tratan como animales” decían.

Lo que me hizo pensar, que no, nos tratan bien, aunque es posible no quisieran decir eso.

El caso fue, que todos discutían, que si el Mesías tenía que venir, que sí ya había venido, que si había nacido hacía incluso siglos, y, sólo esperaba el momento de presentarse.

En lo que todos estaban de acuerdo, es en que sería de Belén.

Seguro que os estaréis preguntando, ¿quién sería el Mesías?, pues para los humanos que eran quienes lo esperaban; un hombre que iba venir a dar golpes a sacar a los romanos de ser los opresores del mundo.

Y, ponerlos a ellos. Como dominadores. Que es lo mismo que opresores; sólo que si es uno el que oprime prefiere decir “dominador” y si es uno el dominado, prefiere decir “opresión”. Así de complicados sois los humanos.

Algunos dicen que sois imagen de Dios.

La verdad es que la foto, le salió movida; aunque soy un animal pienso, y he llegado a la conclusión, de que estáis un poco “chalados”, si el Mesías viniese a instaurar la justicia, poner fin a la esclavitud; y. hacer que os amaseis un poquito más, bien venido, pero para lo que lo estabais ;o estaban esperando, no hacia falta.

Vale. Entendido, dejo de hablar de cosas que no son para una vaca.

Aquella noche, era una noche especial, todos en la cuadra nos sentíamos alegres. Presentíamos que; algo muy grande iba suceder; cerca de la media noche, mi ama entro en la cuadra, acompañada de un hombre y una mujer.

Jóvenes aunque ella bastante más joven que el hombre, yo me di cuenta de que estaba esperando “su cachorro”, y, sentí, aunque soy vaca, una especie de pena, y de alegría a la vez.

Mi ama, no paraba de disculparse, y, les indicaba un sitio, donde, poder descansar; al tiempo que le decía al hombre, que cuando, llegase la criatura, la fuese a buscar; luego repetía quejas contra el Emperador, que había obligado, con su decreto, a que aquel joven matrimonio, hubiese de dejar su casa, para irse a empadronar; si mi ama hubiese tenido sitio en su posada, se lo hubiera dejado, pero todo estaba lleno. así que Maria y José, se convirtieron en mis compañeros.

Maria que era muy guapa, se acerco hacia mí, y, me hizo una caricia entre los cuernos; yo por nada, la hubiese cambiado; mi ángel, porque las vacas, también tenemos ángel de la guarda. Me dijo. “Aún no lo sabe. Pero es tú Reina; y, la mía. es la Reina de todo, lo creado. Porque es la Madre de Dios”

Yo no entendía nada; aquella era una pobre y débil muchacha, cómo iba ser la Madre de Dios, que no tiene Madre. Si no ha nacido nunca. Pero mi ángel me dijo, que iba nacer dentro de muy poco.

El caso fue, que quien nació fue un Niño, muy lindo. Al que su Madre Maria, quien no dejo, que su esposo fuese avisar a Susana, hasta que ya lo tuvo, arregladito, lo que le valió una regañina; pero no estoy aquí para hablaros, de mi ama, ni de sus enfados. El caso fue, que el Chiquitín. A quien su Mamá Maria puso en uno de mis comederos. Eso que llaman pesebre. Me dijo, tranquila, “Lucera”, porque no os lo había dicho ese es mi nombre, vengo enseñarles a amarse.

No me importo que Maria, me ordeñase, para poder beber un poca de mi leche, y de ese modo, estar un poquito mejor alimentada para criar a su Niño; ni me hubiera importado ser sacrificada; para servirles de alimento, hasta lo consideraba un honor, pero no sucedió nada de eso; muy al contrario, llegaron unos pastores con sus ovejas, diciendo que un ángel, les había dicho que el Mesías había nacido, y que era aquel Niño.

Es decir, que todos estaban equivocados, El Mesías no era el guerrero que esperaban; no era un hombre poderoso, era un Niño débil, y pobre. Que venía pidiendo amor. Para enseñar a amar. Pero bajo el cual, se ocultaba el Dios Todopoderoso. Pero eso, ya lo revelaría él en su momento.

Supe, que el enseñaros a amar. Le iba a costar mucho. Le iba a costar la vida. Aunque me decía por otro lado que poco tiempo. Podría la muerte sujetar a la vida.

Mi ama me dio una gran alegría cuando decidió regalarme, a María y a José, ellos se instalaron en una pequeña casa. Donde José, al que yo ya quería mucho, me alegraba con el ruido de su carpintería, y sus cantos. Pues cantaba, no como los ángeles, que va, los ángeles desafinaban a su lado.

Como sólo el padre de Dios podría cantar. ¿qué Dios no tiene Padre?, o que su Padre. Es Dios.

Mirad chicos. Soy vaca, no teólogo. Así que yo me atengo, a lo que siento, y, lo que veía y sentía es que aquel hombre, llamaba, mi hijo; mi niño, al niño de Maria.

De lo demás nada sé, ni me interesa; bueno sé que era su padre. Aunque no fuese su Padre.

Pero un día, o, debería decir una noche. José vino a mi cuadra, me beso llorando; mientras Maria me acariciaba el lomo, y me decía. “Lucera” no podemos llevarte con nosotros; vamos muy lejos. “el pobre Herodes” se ha vuelto loco, y, quiere, matar a mi Niño....

Ya no los volví a ver.

Y esta es la historia que la tatarabuela de la tatarabuela de la.....de mi tatarabuela me contó.

El pequeño Ramón. Sonrió a “Lucera” la vaquita de su abuela, que le habían permitido llevar a pastar. “Que historia tan bonita, Lucera” y se fue corriendo a contársela a sus abuelos y sus padres

.... Qué imaginación tiene este niño, si las vacas no hablan. O, que poca fe. Tienen los adultos. Sentenció el abuelo, porque no iban entenderse dos inocentes, dos seres puros como son los niños; y, los que llamamos animales



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