domingo, 20 de mayo de 2012

La samaritana( cuento)

La samaritana

Os voy a contar una historia; de la que he sido testigo cuando vivía en Samaria; mi nombre es Claudia; soy samaritana; a mucha honra. No voy hablaros de mí, sino de Fotina;  una mujer de nuestro pueblo, una pecadora, según los puros. Es decir según los judíos.

Fotina. Era una mujer bellísima, de esas bellezas deslumbrantes,  pese a ello, había como algo oscuro en su interior, que hacía que hasta mi perro “Chosco” erizase los pelos al verla, yo tampoco me sentía muy a gusto en su compañía;  como si algo oliese mal en su interior; y no es que no se asease; la de perfumes y aceites que gastaba aquella mujer; no creo los gaste ni la  emperatriz, Mesalina.
Tampoco penséis, que lo que en el fondo teníamos era envidia, puesto que los hombres, bien que corrían a estar junto a ella.

Bueno os había prometido su historia. Y aquí esta.

Fotina. Se había casado muy joven,  con un muchacho samaritano, honrado, trabajador, pero un día. Él la abandono por otra, por una romana. Al principio. Fotina, lloro desconsolada. Pero después alguien le dijo;  que era una tontería llorar por quien estaba vivo; y pasándolo estupendamente;  entonces se olvido hasta del hijo, un niño pequeño que tenía; y se lanzo como una moza casadera. Volvió a casarse, a este segundo marido,  lo dejo,  por otro más joven, por su cama,  con el título de “marido” pasaron cinco hombres, griegos, samaritanos, romanos. Lo que no hubo nunca fue un judío. Fotina, los odiaba, como los odiábamos todos, odio, que era compartido.

Una mañana; nos sorprendió diciendo que dejaba a su quinto marido, para a vivir con Felipe;  no tendría mayor importancia; sí no fuese, porque Felipe;  tenía dueña; ahora ya no pienso así, ahora sé, que el único dueño de las personas es Dios.

Llevarían cuatro años juntos. Cuando  me abordo en la fuente, estaba hecha una furia.

“Ese hombre no piensa en los niños” (Y es que esta pecadora de la que os estoy hablando, tenía la casa llena de niños, y jamás, aunque alguna mujer griega de paso se lo dijo, uso las yerbas de la muerte. )
“Ni en los nuestros ni en los que son sólo míos; ¿sabes que ha hecho Claudia, pues ni más ni menos que ha ayudado a un judío, si Claudia a un perro, y maldito judío, lo encontró apaleado en el camino, y a mi amado “esposo”; no se le ocurrió, otra cosa; que curarle las heridas; gastando en ellas el vino y el aceite que tenía para vender;  por si fuera poco. Lo lleva a la posada y corre con los gastos,  claro ahora el judío, lo maldice por atreverse a tocarle;  hasta dice que a lo mejor fue él mi Felipe, quien lo ataco.

; No entiendo porque lo hizo; sí  nos consideran escoria,  dan más valor a un perro sarnoso, que a uno de nosotros;  han declarado impuro, el monte Gorazain; Donde adoramos a Dios, que es también su Dios.

¿Qué espíritu habrá llevado a mi Felipe a hacer una cosa así.?. Tengo miedo Claudia, presiento que algo va cambiar nuestras vidas. “

Yo la tranquilice como pude, diciéndole, que no era para tanto; que seguramente el judío en cuestión ya se habría olvidado;  desde luego, lo de Felipe había sido una imprudencia;  no había modo de consolarla. Fotina odiaba de todo corazón a los judíos.

Por ello, cuando le sucedió lo de aquella mañana;  por cierto sólo voy a contaros; algo de lo que ella me contó, el resto un amigo del interlocutor de Fotina, os lo va contar mejor que yo

Era el mes de junio;  Fotina. Se había quedado sin agua en casa, seria como la tercia. El sol abrasaba. Maldiciendo el haber nacido mujer salió con el cántaro a buscar agua; aún le faltaban cuatro pasos para llegar. Cuando lo vio, sentado en el suelo, con la espalda apoyada en la pared del pozo; por su turbante supo que era judío;  un perro judío, dio unos pasos mirando hacia otro lado; esperando que se fuera, no quería, ni que el aliento de uno de aquellos la rozase,  además podía ser un violador. Muchos judíos que se las daban de puros, y que tenían miedo si visitaban a una ramera de su pueblo; ser conocidos venían a violar samaritanas;  hasta pensaban haber hecho un acto virtuoso,  Fotina., pidió al cielo; que el desconocido se fuese; pero no lo hizo.

Por curiosidad Fotina volvió a mirarlo de lejos;  descubrió que tenia sed; miraba el pozo; se humedecía los labios con la lengua;  le dio la risa. Se encamino con orgullo al brocal esperaba amarrar el cubo que llevaba a la roldana, y tirar 2 ó 3 cubos de agua; él  seguro no le iba a pedir de beber, seria para un judío como pedirle a un perro;  ella tampoco le iba ofrecer porque podría insultarla.

Más he aquí que al llegar al pozo. Oye una voz que le dice. “mujer dame de beber”, al principio.; pensó que era su mente, pero el desconocido; la repitió. ¿se estaría burlando de ella?; pensó y como lo pensaba lo dijo ¿por qué tú, que eres judío me pides de beber a mi una mujer samaritana; pues no se tratan judíos ni samaritanos?

Entonces, sucedió algo maravilloso. El desconocido, se revelo, como Aquel que judíos y samaritanos esperamos,  Él que iba pedir agua, siendo el Creador del agua, de los judíos y los samaritanos. Se convirtió en fuente;  lavo a mi amiga,  no sólo la lavo, la lleno de si mismo de esa Agua que es la gracia, sin ofenderla con dulzura le descubrió la podredumbre de su vida le mostró un Dios Padre de todos.

Cuando llegaron los discípulos del desconocido; de Jesús. Fotina. Bebía sus palabras abrazada a sus pies. Sus discípulos se asombraron o escandalizaron; sus almas aún no estaban lo bastante limpias; o no fue menor el asombro que tuvimos en el pueblo, cuando corrió por nuestras casas; diciéndonos que el Mesías había estado con ella; que se llamaba Jesús y,  que era un chico muy guapo.

Yo de entrada pese. “El Mesías otro nuevo para tu cama";  me arrepentí enseguida,  ahora era otra la mujer que estaba a mi lado; hasta “Chosco” meneaba con gracia el rabo, era como si la hubiesen creado de nuevo.

Todos fuimos a ver a Jesús,  se dejo recibir en todas las casas, jugo con todos los niños., y nos enseño, como le había enseñado a Fotina. Que Dios sólo creo una raza, la de sus hijos; a los que Él como Hermano mayor venia a rescatar, que si una religión lleva al odio, es falsa, que a Dios se le adora en el corazón, que los templos están muy bien; siempre que sean para unirse los hermanos a rezar, que para Dios, judíos y samaritanos somos iguales; y algo que a mi me “escandalizo”  también los gentiles.

Han pasado ya unos pocos años. Los samaritanos vimos y oímos como los judíos y los gentiles condenaban a muerte a Jesús; muchos de los jefes de su pueblo. No le perdonaban su amistad con nosotros. Llego en una ocasión a poner como modelo, a Felipe, y lo hizo ante el fariseo que había recogido del suelo;  no es que este fuese el instigador pero si los de su “cuadrilla” con la muerte de Jesús; nos pareció que despertábamos de un sueño y entrábamos en una pesadilla. La pesadilla de ser los marginados los malditos.

Hubo una persona. Que conservo siempre la esperanza Fotina. “Él no puede ser sujeto por la muerte, es como el Agua viva; que nadie puede parar”.

Por ello no tuvo reparos en reconocer y aceptar su Resurrección.

No, no le vimos resucitado;  mejor dicho sí,  vimos su Resurrección en nosotros. Y aquel día en la recolección de las cosechas. Dejamos que el agua; lavase nuestras frentes y nuestras almas, no nos importo, aceptar la autoridad del judío Pedro sobre nosotros.

Fotina se siente feliz, lo mismo que yo, y, todos los samaritanos que hemos reconocido a Jesús como el Mesías. En nuestra comunidad hay samaritanos, judíos, gentiles, que han dejado el culto a los ídolos.

No quiero acabar mintiendo, en nuestra comunidad. Hay sólo los elegidos para hijos de Dios, que poco importa la cuna.

Fotina ahora es feliz, cuidando a una mujer Judía,  la Judía lo es dejándose cuidar por Fotina.

Ahora ya sabe;  Quien fue el Espíritu que movió a Felipe su “esposo” a cuidar al judío, fue Él mismo que resucito a Jesús. El Espíritu santo. El que ahora guía la mano de Pedro; ojala lo tenga hasta que venga,  El Señor de nuevo.

Hoy me han dicho que la emperatriz. Ha mandado matar a Fotina; no sabe la pobre mujer que nosotros no morimos. Porque somos los Hermanos del Resucitado.
Fin.

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