lunes, 7 de mayo de 2012

El limpia botas


Los dos hombres estaban en el café, charlaban de cosas intrascendente, y, no tan intranscendentes, Pedro, era un importante peluquero, de fama muy conocida; Luis era, un comerciante, ambos eran buenos conocidos, y, amigos,

La conversación que mantenían fue, interrumpida, por un tercero, que preguntaba, ¿le limpio, los zapatos, D. Pedro, y, a usted caballero?

Luis miro, al hombre con su banquillo, y, sus útiles de limpieza, no gracias, dijo. Esperaba que Pedro, respondiese lo mismo, cómo iba consentir que otro ser humano, se pusiera a sus pies, que le limpiara los zapatos, ese era un oficio indigno, algo propio de esclavos, que deberia desaparecer, cada uno, que se limpie sus zapatos, o, vaya con ellos sin limpiar, si aun fuera, dejarlos en un establecimiento, como se deja la ropa, pase, pero estar uno sentado, tomando un café, y, que otro, a los pies de uno, le limpie el calzado, no, a mí, no.

Sus pensamientos fueron cortados, al oír la voz de su amigo, que aceptaba y, solicitaba el limpiado de su calzado

Cuando el limpiabotas, se marcho, Luis recrimino a Pedro, su conducta, “no te entiendo, ese señor es un limpia botas, es su oficio, yo, no he abusado de nadie, he aceptado un servicio, y, he pagado por él, aunque queda mi gratitud, pues me ha dejado los zapatos como nuevos, desde luego, D. Julio, es el mejor”

“Ah, pero lo conoces, sabes su nombre, y, con todo, le has dejado humillarse , a tus pies”

“no hombre, si tuvo que sentarse a mis pies, porque era la postura más cómoda para los dos, para limpiarme el calzado que llevo puesto, mira porque no vienes este jueves a mi peluquería a la central, donde trabajo yo”

El jueves Luis, se presento en la peluquería de Pedro, unos empleados lo invitaron a pasar y, sentarse en una sala, no entendía, porque lo habría invitado a acudir a la peluquería, lo veía ir y venir dando, orden a los peluqueros, que atendían a los caballeros, y, a las damas.
De pronto, un empleado, dijo “ D. Pedro, aquí esta D. Julio, ¿Lo atiende usted, verdad?, si claro, respondió Pedro, venga D. Julio.....”

Luis seguía mirando, era el limpiabotas, sólo que ahora no iba de limpiabotas, era un señor que iba a que le arreglaran el pelo, y lo afeitaran, Luis empezaba a entender, fue entonces cuando Pedro, se acerco de nuevo.
“Qué, no dices ahora, que D. Julio, podría cortarse él su cabello, lavárselo, y afeitarse, no, me has visto humillado, ante sus barbas, y, sus cabellos, no, claro que no, porque sabes que soy peluquero, y, ese es mi oficio, no he sido humillado si no honrado, se me paga por un trabajo, que en mi caso, me permite pagar a otros, pero que sobre todo me permite una vida digna, yo he prestado un servicio a D. Julio, que él me ha pagado, y, me agradece no pasándose a la competencia, que es muy buena, el trabajo de D Julio, es el de limpiabotas, es un trabajo digno, igual de digno que el mío, e igual de digno, que el del cirujano, o, el catedrático, y, hasta el del político, si hubiese políticos dignos, cada trabajo, sostiene el de los otros, y, todos juntos formamos este panal que es la sociedad, si D. Julio, no tuviese ese trabajo, a lo mejor tendría que mendigar, lo mismo que yo, si se prohibiesen las peluquerías, y eso, si seria ir contra la dignidad.

Además te olvidaste que Otro más digno que D. Julio, y, que tu, y, yo, estuvo a los pies de 12 sucios pescadores, no para darle lustre a una bota, si no para lavarles los pies, y, que nos mandó hacer lo mismo.

Todos amigo Luis, estamos par servir con nuestro trabajo a los demás, y, no hay trabajo que sea más que otro, ni menos, y, todos, recuerda, son necesarios, y, todos se sostienen

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